viernes. 29.03.2024
CON LA VIDA POR DELANTE

Recuerdo….

¿Me echarás de menos cuando me haya ido?.... La pregunta aún resuena en mi cabeza. Como una melodía atrapada en el tiempo que me visita de vez en cuando para recordarme que formaste parte de mi vida. 

Blancanieves. Ilustración de Benjamín Lacombe
Blancanieves. Ilustración de Benjamín Lacombe

Mi respuesta fue rápida, casi mecánica. “Pues claro que sí, no digas tonterías”, dije sin pensar. Habías estado siempre ahí. Ni siquiera llegué a pensar que algún día no pudiese encontrarte. Eras parte indispensable, acostumbrada a ti me prohibí pensar en nada que pudiera herirme.

11 años y varias vidas después, sigo con la ilusión de soñar despierta. Aun te veo en cualquier parte; leyendo tus novelas del viejo oeste, devorando crucigramas, escribiendo una carta en perfecta caligrafía, contándome esas historias que solo tú y yo podíamos entender.

Tener que cargar con un final abierto me obliga a no cerrar este capítulo. No me dejaste decirte adiós. Te fuiste antes de que me diese cuenta. Y mira que me avisaste. Llevabas tiempo amenazando con irte. Ya no era tu momento, lo gritaste por los rincones de la casa, tu mirada cansada no engañaba. Y yo, en mi mundo, me hice la loca. Pensé que no tendrías valor a dejarme sola. Me arropaste tanto que no sentí el frío de tu ausencia hasta que fue demasiado tarde.

Que estúpida fui, yo y mis últimas palabras. Desde aquella cama me mirabas, temblando. Y sin querer ver te conté que tenía que llevar el coche al taller, que aquella avería me saldría cara. Y sin hablar tus ojos me seguían expectantes. Después de soltar mi retahíla de trivialidades, había llegado la hora, tenía que marcharme. Me despedí. Nos veríamos al día siguiente. Prometimos encontrarnos allí mismo, pero solo yo acudí a la cita. Tú ya no estabas cuando regresé. La cama estaba vacía.

Los días siguientes pasaron de puntillas, como en una nebulosa que no acabo de recordar. Tus cosas estaban por todas partes. No sabía qué hacer con ellas. Comencé a empaquetarlo todo. Sin pensar demasiado. Te habías ido de viaje e hice una maleta que nunca te llevaste. Durante días hice y deshice tu equipaje. Tocando lo que tu tocaste, viéndote en cada prenda, sintiendo los espacios que compartimos durante tanto tiempo.

11 años y varias vidas después, sigo pensando en ti y en cuánto te echo de menos. Me temo que no he encontrado a nadie como tú. No he sabido llenar ese hueco que dejaste. Lo siento, lo he intentado, pero no he sabido hacerlo. Conversaciones inacabadas nos esperan, abrazos rotos se buscan en la noche, besos y caricias interminables caminan los últimos pasos.

Tus palabras se metieron en mi mochila. En el fondo, rozando con insistencia las costuras de mí vida. 

Recuerdo….