martes. 23.04.2024

Deseo manifestar mi apoyo a las opiniones expresadas en la carta que publicaron la semana pasada sobre las declaraciones del alcalde ante los medios y en el pleno de enero respecto a las alegaciones que cientos de valdepeñeros presentaron en desacuerdo con la subida de tasas incluida en la nueva ordenanza fiscal para la escuela de música.

Estoy completamente de acuerdo con los argumentos del autor de la carta, con los que pone en evidencia las confusas justificaciones del alcalde para los nuevos tramos y tasas implantados. Con este escrito no pretendo añadir muchas más cifras al debate; ya hay entre los padres quien se ha tomado la molestia de confeccionar una hoja de cálculo que demuestra que las subidas van a ser bastante mayores de lo que asegura el señor Martín.

Lo que quiero es, en primer lugar, poner en conocimiento de mis conciudadanos unos pocos hechos:

- En la escuela municipal de música de Valdepeñas (no conservatorio, puesto que ya no expide ninguna titulación oficial) venimos pagando entre el doble y casi el triple de lo que se paga en las escuelas municipales de música de poblaciones tan dispares como Zaragoza, Segovia, y las escuelas municipales de música de la provincia de Murcia, por no hablar de las cercanas a nuestra ciudad.

- Con estas tasas, mucha gente de Valdepeñas tiene que elegir entre renunciar a la formación que ofrece una escuela municipal, o matricular a sus hijos en las escuelas municipales de otras localidades: el gasto de los desplazamientos se compensa de sobra por las tasas mucho más bajas vigentes en esas escuelas.

- Las tasas no las hemos puesto los padres para poder crear una “élite” (de “elitistas” nos ha tachado el alcalde); nos las hemos encontrado así. Y es totalmente cierto que esas tasas resultan prohibitivas para muchas familias. De hecho, para poder matricular allí a nuestros hijos, la mayoría de las familias tenemos que hacer números y decidir prioridades, aunque no nos tengamos que quitar de comer para ello.

- Entre la radio y el pleno del ayuntamiento, a los padres de la escuela nuestro alcalde nos ha llamado egoístas de varias formas: “el egoísmo de una minoría”; las alegaciones “insolidarias” y “egoístas”; nuestros “egoísmos y sinrazones”. Ha afirmado como cosa cierta y de todos sabida que los padres de la escuela somos “la élite de grandes ingresos”, “las clases pudientes”; que tenemos unos “ingresos medios de más de 3.000 euros mensuales”; que por eso nos podemos permitir pagar un IBI de 800 euros y un impuesto de coche de 300 porque tenemos “vehículos de alta gama” (“mirad qué coches tienen”)... El señor Martín llegó incluso a explicar la situación en términos de que los demás valdepeñeros nos “meten en casa” 1000 euros a cada uno de los padres de la escuela.

- Y afirmó todo esto sobre todas las familias de los 200 alumnos en bloque, como si nos conociese a uno por uno, finanzas personales incluidas: como si supiera dónde vivo y en qué empleo el dinero.

Hasta aquí unos cuantos hechos. Por lo que respecta a mi opinión personal, cuando me contaron que el alcalde había dicho estas cosas, simplemente no me lo podía creer; pensé que eran exageraciones o una reformulación muy imperfecta de sus palabras. Pero cuando lo oí en la entrevista y vi las intervenciones en el pleno, se me cayó el alma a los pies al escuchar su tirada demagógica, tan impropia de su cargo. Tal parecía que la única manera de facilitar el acceso de los niños valdepeñeros a la escuela de música pasase por presentar a los actuales padres de alumnos como los usurpadores de los recursos y derechos de los más desfavorecidos. Y, por si fuera poco, nos hemos quedado sin saber qué tiene que ver su objetivo declarado con subirle, según él, tan sólo 3 euros a una “minoría egoísta”.

Lo que está claro es que para avanzar hacia esa supuesta igualdad de oportunidades no se necesita usar un discurso en tono acusatorio plagado no sólo de descalificaciones (“son unos egoístas e insolidarios”), sino también de falsedades y afirmaciones gratuitas (atribuyendo a todos lo que sólo será verdad de unos muy pocos) que, para colmo, no añaden nada respecto al coste de mantener la escuela. Confieso que no me esperaba, después de la reunión en su despacho (donde, como es normal, se manifestaron las discrepancias) ni después de las alegaciones – que contenían tan sólo un brevísimo texto en el tono más neutral y respetuoso que se pueda imaginar – que el primer edil se entregaría a semejante retórica manipuladora.

Hablar sin calibrar el daño que se hace no es algo exclusivo de nuestro alcalde. A mí también me ha pasado, y bien que me he arrepentido después. Sin embargo, este tipo de despropósitos en un alcalde es una ocasión que tiene para dar ejemplo a todo el pueblo de que es de sabios rectificar. Creo que el señor Martín está a tiempo de cumplir con su deber de disculparse en los mismos foros en los que ha cometido este grave error, y así demostraría la educación y honradez política que muchos valdepeñeros esperamos de él.

Recoger el agua derramada