jueves. 28.03.2024

Nunca tuve en la infancia atracción por la India. Para mí sólo existían los indios del Oeste Americano en los Westerns y en los juegos con el fuerte y los vaqueros de plástico.

Algunos años después leí La Ciudad de la Alegría, de Dominique Lapierre, y empezó a atraerme el tema de las distintas religiones y castas que existen en la India, pero ahí quedó la cosa. Y hace 3 años me propusieron ir al norte de la India, concretamente al Rajastán y entonces fue cuando me enamoré de ese inmenso país.

Visitamos Delhi, Pushkar, Jaipur y Agra, con unos compañeros increíbles que hicieron que el viaje fuera inolvidable.

Desde que sales del aeropuerto de Nueva Delhi todo es sorprendente en las calles indias. Lo primero que llama la atención es el calor, la multitud de gente, caótico tráfico y los puestos de guirnaldas de flores de colores llamativos.  Sobre todo cuando entras en la ciudad antigua de Delhi ya no sabes dónde mirar, pues hay gente, coches, motos y rickshaws por todas partes. Y naturalmente…las vacas sagradas vagando por cualquier parte.

En Nueva Delhi se visita el Raj Ghat, el lugar donde está enterrado Gandhi. Es un parque enorme donde van la gente a presentar sus respetos al héroe de la independencia. Es un lugar muy tranquilo y familiar.

MAUSOLEO DE GHANDI (Copiar)

También se visita la Mezquita Jama Mashid, el Qutab Minar (monumento islámico más antiguo de la India), la puerta de la India en el casco antiguo. La zona moderna de Delhi donde se encuentra la residencia del Presidente del país y lo que más me gustó, el templo Sij Gurdwara Bangla Sabih, con su cúpula dorada sobre el edificio blanco.

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A los Sijs se les reconoce fácilmente por sus turbantes, barbas y su porte altivo. Su religión, el Sijismo,  se rige por unas enseñanzas que llevan a rajatabla, como trabajar diligentemente para uno mismo y para la sociedad, ayudar a la sociedad y proteger a los débiles además de tener ideales positivos y recordar a Dios en todo lo que se hace.

En el templo Sij y gracias a las donaciones de sus adeptos, se cocina y da de comer a más de 3.000 personas cada día. Es impresionante como lo organizan todo y con un silencio y respeto que llama la atención.

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Desde Delhi tomamos un tren, que en la India es toda una experiencia, para llegar a visitar la ciudad de Pushkar. Esta es una de las ciudades más sagradas del hinduismo, famosa por su importante templo dedicado a Brahma (es el único templo del país dedicado a esta deidad). La ciudad está junto a un lago donde se realiza por la tarde una ceremonia preciosa con un sacerdote lanzando arroz y flores al lago. Además la ciudad tiene un bazar muy pintoresco y que puedes recorrer aunque alguna vaca se interponga en tu camino.

Lo que no sabíamos es que en el jardín del hotel donde nos alojábamos nos esperaba un espectáculo de música, bailes, tragafuegos y malabares de un grupo gitanos del Rajastán.

Otro de las visitas más llamativas es la del Fuerte Amber de Jaipur (la Ciudad Rosa). Un precioso complejo de varios palacios/fortaleza que usaban los Marajás dependiendo de la época del año, ya que hay uno para el verano y otro para el invierno. A los visitantes les gusta que se suba la gran cuesta que hay hasta la entrada, a lomos de elefantes que  llevan la cara, orejas y trompa decoradas con colores llamativos.

Más cosas que ver en Jaipur son, el Palacio de los Vientos (Hawa Mahal), el Palacio de la ciudad, el observatorio astronómico Jai Singh y el bazar, sobre todo si lo recorres montado en un rickshaw con su conductor dando pedales.

Pero la perla del Rajastán es, sin duda, la ciudad de Agra y la mayor construcción realizada por amor en el mundo. El Taj Mahal, que ordenó construir el emperador musulmán Shah Jahan como homenaje de amor a su esposa favorita, Mumtaz , que murió al dar a luz a su hijo número 14. El mausoleo es de una simetría perfecta, coronado por su gran cúpula y flanqueado por 4 minaretes. La mejor vista del edificio es desde la entrada y si se puede ir nada más abrir lo veréis casi sin gente.

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Otra visita en Agra es el Fuerte Rojo, inicialmente un bastión militar que con el tiempo fueron cambiando por la construcción de edificios civiles, salas de audiencia y palacios como el los espejos. Allí puedes encontrarte a encantadores de serpientes haciéndolas bailar con sus flautas, pero no por el sonido, ya que las serpientes son sordas, si no por el movimiento de la propia flauta que ellas siguen porque creen que están en peligro.

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La India es un subcontinente, con grandes distancias entre las principales ciudades del país. Me hubiese gustado ir a Benarés a ver los famosos Ghats en el rio  Ganges, pero eso será en otra ocasión.

Y ya sabes “Viajar es la única actividad que cuesta dinero pero vuelves más rico”.

 

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Fascinante India