sábado. 20.04.2024

Cada vez que a alguna situación social le damos un nombre específico se convierte en un cliché o estereotipo que acaba alejándose de su significado verdadero inicial o de su objetivo principal. Se tergiversa todo lo que la envuelve. Es el caso de la palabra Feminismo -según la R.A.E. significa principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre-, según la realidad hay quienes comparten ese principio y quienes lo utilizan de forma más radical y “brutal”, apropiándose de ello por ideología política. Nada más lejos de la realidad, la lucha por la igualdad entre personas es algo que defienden tanto mujeres de izquierdas como de derechas e incluso hombres.

Unas y unos lo que tenemos que tener es sentido común, educación, sensatez, para vernos como personas y con ello conseguir esa tan ansiada igualdad.

Yo soy mujer, formada en mi profesión en la que llevo más de 30 años, que se dice pronto, y en la que he vivido de todo: desde cobrar menos que mis compañeros sin titulación y formación periodística hasta ser despedida por ser madre, por no hablar de otros temas que me guardo para mí. Casi nada. Situaciones que no se olvidan jamás, y por eso, siempre he sido una gran defensora de los derechos de la mujer y la igualdad. Yo luché y sigo luchando, algo de lo que nunca me he arrepentido ni por supuesto me arrepentiré, porque en ese camino he conocido de todo, y eso me ha hecho tener claros mis conceptos de igualdad entre personas, mujer y hombre, hombre y mujer.

No es cuestión de ideologías políticas, otro punto que siempre cambia el sentido del feminismo, somos personas, no géneros. No debemos apropiarnos del feminismo porque sea de una ideología u otra, porque mujeres feministas que defienden la igualdad las hay en todas ellas. Cuánto daño pueden llegar a hacer las palabras cuando se le da un significado que no es y se encuadran en un marco que no les corresponde, o cuando alguien se apropia de algo que nos pertenece a todas.

En ese feminismo de todas, estamos mujeres de derechas, de izquierdas, de centro, así es que hay que sacarlo de ese entorno político del que hablaba e introducirlo en el de la sensatez social de las personas, porque también hay hombres que nos apoyan y entran en ese “feminismo racional”.

Se han conseguido muchas cosas, gracias a mujeres luchadoras que no se quedaron sentadas y que pidieron lo que, por derecho como persona, les y nos correspondía, pero aún hay mucho que hacer  desde la educación –pilar básico de una sociedad- la familia, las amistades y el entorno, y no hablemos ya del terreno político.

Sé que esto va a chirriar pero… ¿A que conocéis a mujeres machistas?, yo sí y eso es lo que hay que educar desde abajo, desde la escuela y la familia, que ni la mujer se encasille por tradición, ni el hombre apoye esto por comodidad. Los extremos nunca son buenos y si una mujer es tan válida como un hombre, o viceversa, en un puesto de trabajo, hay que reconocérselo en todos los sentidos, mirando a la persona y no al género. Aquello de “has nacido para cuidar del hombre y a la familia” ya no es viable, ambos debemos cuidarnos mutuamente, ambos debemos tener las mismas responsabilidades, tanto en el trabajo como a la hora de crear una familia, porque como personas tenemos las mismas capacidades para resolver.

Cada persona es libre de hacer y consentir. Hay mujeres que deciden quedarse en casa para cuidar de su familia, muy respetable siempre que sea su propia decisión, también cada vez hay más hombres que lo hacen, y al igual que la mujer cuando los hijos crecen se incorporan al mercado laboral. Otras mujeres, decidimos desde el principio trabajar y formar una familia, pero sin cargarnos con todo, sino haciendo que desde el principio ese proyecto común con el hombre, sea eso común, que ambos participen por igual de todo. Son muchos casos particulares y personales que bien resueltos ayudarían a conseguir esa igualdad.

En el caso de los políticos que son los que crean leyes y las aplican,  éstos deben ser más conscientes del problema tan grave de desigualdad que tenemos en la sociedad, es una tarea ardua y difícil, pero con sensatez y cabeza se puede resolver. Necesitamos leyes que protejan la maternidad, claro que sí, leyes que protejan a la mujer maltratada, pero leyes reales y efectivas, y que también se extiendan al hombre que es maltratado (que también existen). Leyes que, en definitiva, defiendan lo que por derecho de evolución las personas nos hemos ganado a pulso.

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, una fecha que ojalá no existiera en el calendario para conmemorar tal fin, pero que por desgracia existe. Quizás este año se ha movilizado a más mujeres, a nivel mundial, para seguir avanzando y que se haga más rápidamente de lo que hasta ahora se ha venido haciendo. Espero y deseo que tanta contundencia nos lleve por el buen camino.  

En Occidente la mujer ha conseguido mucho (aunque queda otro tanto por hacer), pero no nos olvidemos de aquellas que no tienen derechos, sino obligaciones, que deben ser sumisas o sino las matan, de quienes por casta o tradición si enviudan no tienen derecho a la vida y se ven obligadas a prostituirse o a mendigar para sacar adelante a sus hijos, o aquellas que por religión o política de sus países no pueden ni mostrar su rostro, o de las mujeres que luchan por estas en muchos países y lo hacen de forma silenciosa, jugándose la vida para que tengan dignidad. Y por supuesto, tampoco hay que olvidar a quienes viven día a día el maltrato psicológico y físico o aquellas que han sido asesinadas por “machismo”, no nos olvidemos de ellas, porque si lo hacemos estaremos fomentando la hipocresía y toda esta lucha no servirá de nada.

No es cuestión de ‘etiquetas’ sino de personas, educación y sensatez para conseguir la...