jueves. 25.04.2024

Hace 365 días, la vida me puso frente a LA GRAN PRUEBA!!! Mi salto de fe, el EXAMEN (con muchas mayúsculas) y un gran salto que me pareció casi cuántico porque sentí, nítidamente, cómo una enorme disyuntiva, de nombre cáncer, me empujaba a estancarme y desaparecer o a estirarme como un chicle y crecer. 

Sin embargo, necesito dejar claro desde la primera línea que no por ello soy valiente, ni lucho contra el cáncer, ni me gusta regocijarme en la enfermedad porque estoy muy lejos de considerarme una víctima. Simplemente soy un SER haciendo alquimia, fluyendo como puedo -y al igual que hacen otros con lo suyo-, por los recovecos de la experiencia que me ha tocado vivir. 

Como adoro las palabras, he empezado por desechar las expectativas que acarrean frustración, por ejemplo cambiando la estresante palabra "lucha" y la coletilla del adjetivo "valiente" tan automáticamente asociado al cáncer, por la magia de la palabra "ACEPTAR" y el calificativo "consciente". Porque hay tantas formas de gestionar una realidad que la pregunta me resulta inevitable: ¿de verdad se es valiente sólo por tener cáncer o, sanos y enfermos, somos valientes cuando en vez de pasar de puntillas, nos atrevemos a VIVIR la vida con intensidad, en su profundidad holística, de VERDAD y en toda su magnitud? 

A veces me parece que todo -incluido el universo cáncer- está cuajado de etiquetas, prejuicios, automatismos y tópicos... De hecho, y valorando el bendito afán de visibilizar un problema, la solidaridad frente a una casi pandemia, la gran dedicación y el trabajo de muchas personas -y mucho más en estos tiempos de crisis- confieso, desde el principio, que no me gustan los lazos rosas, los días mundiales de o contra nada, las fotos de sonrientes famosas favorecidas con sus turbantes también muy rosas y adornando las marquesinas de los autobuses o las revistas del corazón, o las carreras frenéticas, masivas y muy vistosas que se dan una vez al año, si es a costa de olvidar que la auténtica meta del cáncer es una labor de prevención con información y concienciación, unida a la necesaria investigación con financiación (¡Y todos los días!). O las clases sobre cremas, maquillajes, pelucas y turbantes cuando, además de la necesaria autoestima, la belleza y la apariencia tantas veces asociada al negocio de la estética, no van acompañadas de la ética que supone un entender profundo de la enfermedad: la misma enfermedad a la que, sin lugar a dudas y siguiendo a Jung, considero una gran aliada para ayudar a despertar mirando dentro, en vez de seguir soñando por sólo mirar fuera...

Y no pasa nada.... Porque decir a estas alturas que no se conoce una cura total del cáncer, no es un secreto para nadie, pues todos hemos visto cómo han recaído y se han ido personas que han seguido tanto los tratamientos tradicionales, como los que decidieron rehusarlos. Y ya que esto es así y nadie más que uno mismo vive en su propia piel, considero que tanto respecto al cáncer como con cualquier otro asunto personal ¡y sea cual sea la "decisión de vital importancia" de cada cual!, el respeto y el "no juicio" de "VIVIR Y DEJAR VIVIR", siempre deberían caer por su propio peso. 

Por eso, en otro orden de cosas y casos, también confieso que no me gusta ser un "conejillo de indias" que contribuye a engordar las arcas de algunas farmacéuticas que están detrás de ciertos tratamientos agresivos que, de nuevo respetando a todo el mundo, ni comparto, ni acepto y ni desde mi libertad he aceptado (bastante dura ha sido y siguen siendo para mí los efectos de la radioterapia). Lo siento, pero no resueno con venenos, y menos por protocolo, estadísticas que miden muy bien el color de pelo de la población pero no se acercan al latir del corazón de los individuos o, aun sabiendo que hay muchos tipos de pacientes y médicos, los aplicados como si fuéramos números y sin conocer en profundidad a la persona, tener en cuenta su historia de vida y sus puntos fuertes o débiles, o aplicados genéricamente y también por inercia, comodidad, rapidez, sin mirar a los ojos del paciente pero sí mirando el reloj porque la consulta sobrepasa los cinco minutos de rigor (soy consciente de la sobrecarga y de que hay muchos héroes anónimos dentro del personal sanitario que hoy están trabajando a contrarreloj, pero hasta que cambié de médico así fue mi -y el de cientos de pacientes-, duro contacto con la ya de por sí dura e imponente consulta de oncología). En definitiva y como por desgracia ya ha demostrado la práctica tantas veces, el proceso cáncer o cualquier otro en el que haya en juego "información sensible", puede volverse muy tenebroso si va acompañado de una medicina nada humanista, salpicada de una embrutecedora burocracia inconsciente y para mí nada convincente, aunque ignoro si para algo o alguien pueda resultar "muy conveniente".

En cambio, me identifico plenamente con el Sagrado Proceso de SANACIÓN (Sana Acción) que nos lleva a comprender la enfermedad en toda su magnitud, enfrentando y transformando los miedos, aceptando la experiencia, purificando lo visible y lo invisible o por dentro y por fuera cuerpo, mente, emoción y espíritu. 

Aun con muchos errores y a veces teniendo al ángel de la guarda muy estresao (cuando me dieron la noticia me desahogué dibujando un mural enorme con esta frase), estoy contenta por haber aprendido que en la vida unas personas reaccionan de una forma, y otras de manera opuesta ante el mismo acontecimiento. Sí, creo que TODO - incluido el cáncer- ES NEUTRO: lo importante no son los hechos, pero tal y como aboga la neurociencia moderna, sí cómo los percibimos, procesamos y alimentamos con el pensamiento y vivimos después desde la emoción, modificando así nuestra realidad -incluido un impacto en nuestras células- y dejando su huella en nosotros mismos y en todo cuanto nos rodea. 

Rosa peñasco murales 1

Por eso, creo que casi desde el principio y tras la estupefacción inicial, he vivido el jarro de agua fría del cáncer con la curiosa y sana intención de primero reconocer y después trascender el miedo. Sólo así pude empezar a entender su razón de ser, crecer y aprender a sanar mi cuerpo y mis emociones, eliminando rencores y dolores después de trasmutar la negación y el daño que, arbitrariamente y no sé si por sus propios complejos, algunas personas me habían causado, a veces sólo por molestarse -según decían- "al no poder controlarme" por culpa de la creatividad, ignorando que la creatividad de por sí es incontrolable hasta para quien la goza y sufre, o por tener buen humor y confundirlo con una visión frívola del mundo cuando, en realidad, muchas veces es una coraza que amortigua la excesiva sensibilidad de percibir su lado más profundo y oscuro, o por no entrar por el aro de lo que me parecía inadmisible y hasta deshonesto, o por no estar de acuerdo con ciertas imposiciones arbitrarias o, simplemente, por no coincidir con el ADN de sus ombligos. 

Por suerte y cuando ya daba por hecho que este mundo es demasiado frágil para soportar la sensibilidad, el camino-cáncer también me ha llevado a comprender y hasta tener empatía y compadecer a l@s que hirieron, asumir que somos uno, perdonarl@s y perdonarme e intentar entender mis y sus porqués, no amargarme ni amargar a nadie, respirar con humor -o ya para mí "thumor"-, crear y disfrutar de las letras y del arte que me recorre las venas desde que nací, y sobre todo VIVIR la vida, valorando su belleza y aprovechando cada segundo de ella como si fuese a acabar el mundo. 

Tras esta salida de mi ALMA-rio, también confieso que no sé si ya tengo en el bolsillo mi billete de vuelta (en realidad nadie lo sabe), pero acogiéndome a la ironía de que "el asunto de morir voy a dejarlo para el final", mientras, pienso disfrutar cada instante porque, llegado "el momento", también quiero gritar "¡¡¡CONFIESO QUE HE VIVIDO!!!"

Además de hacerme escribir poesías místicas como una loca (y como CREER ES CREAR, digo desde aquí que las quiero publicar para dejarlas al mundo, que es a quien de verdad pertenecen), el cáncer me ha ayudado a espantar a la tristeza rechazando la amargura, a asumir -a veces no sin dolor- que está quien debe estar y que quien dejó de estar es porque no podía o no merecía seguir estando... A cambio: tengo el privilegio de seguir caminando junto a hermosos seres de luz que me regalan su Gracia todos los días, y hasta han aparecido en mi vida, justo en estos momentos (¡qué casualidad!, jijijiji), seres-ángeles hermosos que también fueron Ave Fénix y venero desde aquí porque me han acompañado enseñándome muchas cosas (aunque ell@s saben quiénes son porque no me canso de agradecérselo, les envío un beso a cada rincón de su SER). 

Y lo reconozco: respetando hasta el infinito el proceso de cada cual, creo que el fenómeno-cáncer también me ha vuelto radical porque aun comprendiéndolas, huyo de las personas tóxicas como arma que carga el diablo, quizás porque me he vuelto intolerante a las críticas, a la ponzoña de los enredos, a la miseria de las envidias, las comparaciones y la competitividad, a las faltas de respeto y las malas formas, a la endogamia de los clanes que se retroalimentan y hasta transmiten a las siguientes generaciones sus sombras, tal vez porque utilizan chivos expiatorios para volcarles un lado oscuro que no están dispuestos a reconocer, trabajar o curar, a la suspicacia enfermiza de quienes siempre y de todo "pillan trapo" y como si fueran l@s únic@s capaces de mover los complejos hilos del mundo, y a la autocompasión y a la amargura que teatraliza el dolor, caricaturizando a ese gran Maestro para convertirlo en quejas y pataletas de niño que llama la atención a cualquier precio. 

También he pasado mis crisis y hasta me fui sola a acallar mis ruidos y a buscar fuera lo que siempre estuvo dentro. Así que no... No todo ha sido del color de mi nombre... He tenido que enfrentarme a la tremenda idea de mi propia muerte, hasta sentir la difícil pero liberadora conclusión de que, en realidad, no tendría mucha importancia: sólo el cuerpo termina porque somos vasijas efímeras albergado inmortalidad; templos de materia orgánica, portadores de energía divina que no se destruye jamás. Pero, por favor, sin equívocos: eso no significa que este "templo" que escribe ahora, no vaya a quemar sus naves VIVIENDO a tope y gozado la VIDA como en su vida. Porque si antes gozaba y vivía el presente, ahora he afinado "los tiempos", volviéndome una descarada vividora y gozadora del segundo y del instante...

Incluso muchas veces retrocedo y caigo en la dañina inercia de antes, pero mi Ave Fénix cada vez tiene menos paciencia y resurge de las cenizas con más rapidez, obligándome a volver a empezar, perdonándome "las vacaciones" y rompiendo el círculo vicioso. Creo que en este imán de dos polos, por fin me imanta mi nueva adicción a la cúrcuma, a la risa, al jengibre, al espíritu, a las semillas de lino, al sarcasmo, a la espelta, a la meditación, a las verduras ecológicas de Ecomoral y de mis queridas Ana y Marivi y, sobre todas las cosas, al surrealismo que tanto se parece al realismo del sur, quizás porque en realidad, Macondo no es un lugar, y sí un estado del corazón. También soy fan de las plantas sagradas como la caléndula, el aloe y el kalanchoe (bendita Dulce Revolución y grandioso y visionario Pamies a quien animo y apoyo desde aquí), a la alcalinidad de la vida que desecha los tóxicos y los ácidos (a alguna industria ya "muy sospechosa" de lo peor, le ha interesado negar el caracter científico de que el cáncer es la consecuencia de una alimentación y estilo de vida antifisiológico o, ni más ni menos, el descubrimiento que dio lugar al Premio Nobel de 1931, ganado por Otto Heinrich Warburg).

Soy también adicta a los remedios naturales de mi querida Pilar López Martín, al descubrimiento de tratamientos complementarios que nunca restan y sí suman porque integran aspectos de nuestro ya de por sí holístico e integral SER (un abrazo a la asociación de oncología integrativa), por mucho que a algun@s, ahora en pleno s.XXI, ignorando e incluso avasallando la libertad de los demás, les interese hacer una caza de brujas volviendo a los métodos de la inquisición, para perseguir la heterodoxia: ¿será que el cáncer y sus ortodoxos tratamientos es demasiado rentable para "alguien"? ¿Será que no interesa cierta información en plena sociedad de la información? ¿O es que nuestra inteligencia emocional es tan pésima que nos sentimos inseguros y machacamos al otro porque no toleramos la diferencia? Quizás sea el momento de buscar un equilibrio perdido, ensalzado la importancia de la ciencia, pero rescatando el Humanismo que legitima todas las cosas...

Sea como sea y por encima de todo, ahora y más que nunca, me declaro adicta al CO-RAZÓN porque, queramos o no y le pese a quien le pese, es la única  víscera que, como su nombre indica, siempre lleva razón. 

Le he pillado el punto al desapego (desap-EGO), a la limpieza de mi cuerpo, de mi casa, de mis entornos y de mi alma y me deshago con facilidad, agradecimiento y amor, de objetos, compañías y emociones que nada aportan. Estoy agradecida a mis ancestros y a su herencia sagrada, a mis experiencias con sus errores y aciertos, a mis seres queridos y hasta a mis enemigos porque, siento con toda certeza, que el Universo nunca nos deja solos, "no da puntá sin hilo", y nos regala los motivos, las ayudas y hasta nos pone delante a las personas con las que necesitamos interactuar, para vivir la experiencia que cada cual deba vivir en un momento de su Sagrada Existencia... 

En definitiva: amo mi pecho (terminé aquel mural dibujando una teta florida porque medio en broma, medio en serio, a veces se me antoja que a raíz de este enorme proceso, mis tetas se han vuelto luminosas: ¿pero cómo no voy a pensarlo, si hasta mi tumor se llama "luminal"?).

Rosa Peñasco murales 2

Acepto y Amo a mi Ser Índigo con todo lo que significa. Y ahora me cuido el alma, aprendiendo a practicar el sano ejercicio de poner límites que, otra vez dicho sea de paso, aunque cada vez menos, sigue costándome mucho después de haber pasado toda una vida dejándome pisotear e invadir. Pero el esfuerzo vale la pena: he descubierto que ya no busco que me quieran quienes nunca supieron quererme, respetarme y ni mucho menos aceptarme como la vida quiso que fuera. Así que lo siento mucho, pero aun siendo cada vez más orgánica, ni soy el contenedor de basuras de otros, ni cubro carencias ajenas, ni me quedo vacía amamantando al mundo a cambio de una sonrisa, una caricia o un reconocimiento que nunca puede llegar de quienes creen que reconocer al otro, en vez de una grandeza y una riqueza, es una debilidad que acarrea pobreza, quizás porque, para su desgracia, ni siquiera pueden reconocerse a sí mismos. 

Es un lujo sentir que ha valido y vale la pena pasar por este mundo, en vez de creer que casi debía pedir perdón a algun@s por el simple hecho de reír, sentir, escribir, compartir y hasta existir (¡Todo un juego de viv-IR!). En otras palabras:  "ME LLAMO ROSA, PERO YA NO ME DECLINAN MÁS". 

rosa peñasco murale s4

Hoy doy mil gracias a la vida por regalarme un gran aprendizaje, a través de un particular maestro llamado cáncer. SIGUE CONMIGO... SIGO APRENDIENDO... Así que hoy, 365 días después de la gran noticia que detonó este engranaje, justo cuando acabábamos de presentar mi novela "Ángeles en el laberinto"   (http://editorialpiedepagina.com/angeles_en_el_laberinto.html), con ese curioso título casi premonitorio, he decidido liberar a los ángeles de las cárceles del alma y los laberintos de las miserias, sin olvidar, jamás, que desde el principio están en este proceso porque de 365, decidieron operarme (¡Oh!, ¡nueva casualidad!), precisamente, el día de los ángeles!!! 

Pero, sobre todas las cosas, hoy quiero felicitarme: primero porque me gusta la Astrología y me da cierta fuerza-jocosa gritar que soy acuario y no cáncer. Y segundo porque llevo un año PASÁNDOMELO TETA, intentando dar el DO DE PECHO (buen título para un nuevo libro que igual podría empezar a escribir, ¿no?). Ahí va...  Rosa: ¡CUMPLEAÑOS y CUMPLEDAÑOS FELIZ!

Un gran maestro llamado cáncer