jueves. 28.03.2024

Esta afirmación de Greenpeace, incluida en su informe ‘Sequía, algo más que la falta de lluvia’, llama la atención sobre el problema político en la gestión del agua. El estudio de la organización ecologista incluye referencias concretas al caso de Castilla-La Mancha. Nos recuerdan que vivimos como si fuéramos ricos en agua, y que seguir actuando como si la oferta de agua fuera ilimitada -cuando en realidad es un recurso limitado y muy variable- ‘es un error que tendrá graves consecuencias medioambientales y sociales’.

La actitud del PP y del PSOE en este tema nos recuerda a esas fiestas populares, en las que unos se arrojan cubos de agua a los otros. La ‘Guerra del Agua’ es un conflicto enquistado que ni PP y PSOE han querido solucionar. Para saber el porqué de este conflicto no hace falta seguir el curso del río, sino seguir el rastro del dinero y del negocio de los aguatenientes en torno a la compra y venta del agua. El Gobierno de Mariano Rajoy ha venido funcionando a pleno rendimiento para aprobar, con Cospedal desde el Consejo de Ministros, un trasvase tras otro, hasta un total de 23 trasvases en 2 años. Este año han sacado de Castilla-La Mancha prácticamente más agua de la que nos ha llovido, saqueando nuestros recursos y comprometiendo la vida en nuestra tierra. No entienden que sacar el agua de Castilla-La Mancha significa sacar a nuestra gente de esta tierra. En realidad, ellos tienen otras prioridades y se preocupan más de otros asuntos, como demuestra el caso Acuamed.

No podemos dejar en manos de la vieja política, que nos ha conducido a la situación actual, el futuro de nuestros ríos. Los cauces fluviales no son meros almacenes de agua, sino ecosistemas vivos.

La solución pasa por un Pacto de Estado para la gestión integral y pública del agua, con criterios de solidaridad, eficacia y sostenibilidad. Las prioridades han de ser, por este orden, el agua de boca, la agricultura y la ganadería sostenibles, la industria y el ocio. Con una gestión adecuada existe disponibilidad de agua para estos cuatro tipos de usos.

La gestión del agua está estrechamente ligada al modelo de agricultura. Los cultivos de secano adaptados al entorno y la agricultura ecológica son alternativas al cultivo intensivo. La agricultura ecológica no sólo produce alimentos más sanos, sino que contribuye a recuperar la biodiversidad y preservar el medio ambiente. Al restituir la materia orgánica a los suelos, la agricultura ecológica incrementa también su fertilidad y rendimiento a largo plazo y su nivel de retención hídrica, lo que reduce la demanda de agua y evita la contaminación por agroquímicos. La propia normativa comunitaria contempla la agricultura ecológica como un instrumento clave para la lucha contra el cambio climático y la desertización que nos amenaza, negados tanto por Trump como por dirigentes del PP.

Podemos defiende una gestión integrada y sostenible de ríos, lagos, humedales y acuíferos. Además, debe auditarse el funcionamiento de los sistemas públicos y privados de depuración de aguas residuales; mejorando las inspecciones y el control ambiental de la calidad las aguas dotándolas de mayores recursos, con un control independiente de los análisis y responsabilizando a la industria u organismos que emitan los vertidos contaminantes.

No basta con rezar a la Virgen o echar la culpa de la sequía a la falta de lluvias. Desarrollar actuaciones políticas -y no tantos negocios- en torno a la gestión de agua resulta fundamental.

El PP acaba de excluir a la cuenca del río Guadiana del Proyecto de Ley por el que se adoptan medidas urgentes para paliar los efectos producidos por la sequía. Desde nuestra tierra les decimos que hablar de patria es no saquear el agua de Castilla-La Mancha, sino sentar las bases para que un futuro en esta tierra sea posible. Queremos una Castilla-La Mancha mejor para nacer, vivir y quedarse.

El problema con el agua no es de sequía, sino de saqueo