viernes. 29.03.2024

El Museo del Vino de Valdepeñas

Corría el año 1901, cuando Leocadio Morales, rico agricultor de viñas y pariente del tristemente desaparecido y buen amigo y mentor mío, el genial dramaturgo y escritor, Francisco Morales Nieva, construyó una bodega en Valdepeñas, donde comenzó a elaborar y comercializar vinos blancos  y tintos que, en aquellos años,  se vendían a granel, en cisternas, pellejos, bocoyes, cubas, garrafas…, ya que, el embotellado, era una parte mínima, hasta que se generalizó años después.

 

Museo del vino (1) (Copiar)
Museo del Vino de Valdepeñas

Corría el año 1901, cuando Leocadio Morales, rico agricultor de viñas y pariente del tristemente desaparecido y buen amigo y mentor mío, el genial dramaturgo y escritor, Francisco Morales Nieva, construyó una bodega en Valdepeñas, donde comenzó a elaborar y comercializar vinos blancos  y tintos que, en aquellos años,  se vendían a granel, en cisternas, pellejos, bocoyes, cubas, garrafas…, ya que, el embotellado, era una parte mínima, hasta que se generalizó años después.

Dicha bodega, que fue de las que más vivió el auge comercializador y exportador de los vinos de Valdepeñas a comienzos del siglo pasado, la adquirió en 1999  la Diputación Provincial de Ciudad  Real,  donde instaló el Museo del Vino de Valdepeñas, teniendo el buen gusto y el detalle de conservar partes fundamentales de dicha industria, como el jaraíz, el muelle de descarga de los capachos de uvas, la báscula de pesar los carros, las prensas y los atrojes originales,  los chilancos, la bodega de tinajas  de barro y la cueva, donde se conservaban los caldos, ya que,  en aquella época,  pocas bodegas en esta zona  utilizaban el roble para envejecer los vinos, salvo algunas extraordinariamente raras, entre la que destacaba  la  reputada bodega de Domingo Ruiz de León, que eran proveedores de la Casa Real y casi todos sus vinos los exportaba al extranjero: Cuba, Filipinas, Méjico, Argentina…

Pero yo  destacaría,  en mi opinión,   la imponente  nave de tinajas de barro del museo,   donde se muestran todas las máquinas y utensilios que intervinieron  en la elaboración artesanal del néctar báquico de aquellos años,  junto a una magnífica exposición permanente de fotografías realizada por  el gran  fotógrafo Harry Gordon durante la vendimia de 1959 en Valdepeñas, entre las que se pueden reconocer a  importantes vinateros  y trabajadores de las viñas y las industrias bodegueras.

Además, el museo permite al visitante conocer la evolución de las prácticas culturales de la vid y la elaboración de los vinos de forma didáctica e interactiva, ya que, en su interior, acoge toda la historia y tradición de la Denominación de Origen Valdepeñas, reflejando especialmente el camino iniciado en la década de los años setenta, que ha desembocado en “la nueva generación de los vinos de Valdepeñas”, que,  actualmente, son magníficos y se encuentran entre los mejores en calidad-precio, como lo demuestran sus importantes  exportaciones al extranjero,  que cada vez llegan a  más países.   

Otras de las dependencias interesantes y curiosas de visionar, son el laboratorio y particularmente  la completísima  cubería, donde se fabricaban y arreglaban las cubas o toneles de diferentes tamaños, cuyas medidas oscilaban mucho, según su capacidad.

Me permito indicar las capacidades que tenían los envases de entonces, teniendo en cuenta, que la arroba de líquido son 16 litros, que es algo,  que , seguramente, desconocen las nuevas generaciones, dado  que la arroba que ellos manejan  es la de Internet.

El bocoy,  tenía una capacidad de 40 a 50 arrobas; la cuba media de 15 a 20; la cuarta de 8 a 10; la tercia de 10 a 12  y la cuba de embarque, que era la que más se utilizaba  para enviar el vino por ferrocarril era de 8 a 10 arrobas.

Los pellejos, que solían ser de piel de cabra o macho cabrío, tenían una capacidad  de 6 a 8 arrobas, pero los había incluso de 10 a 12, que apenas se utilizaban, ya que era muy difícil manejarlos por los descargadores profesionales, especialmente cuando se tenían que bajar a las cuevas o sótanos que tenían casi todas las tabernas antiguas de Madrid, que era,  en aquella época dorada para el vino valdepeñero, el  mercado más importante del país, superando con creces a Rioja y otras denominaciones de origen que hoy son muy solicitadas por el público, pero que,  en aquellos tiempos,  ni existían.  

En fin, que bien merece una visita a dicho museo, que se encuentra en la calle Princesa, 39 y cuyo número de teléfono es 926 321 111. Las horas de visita son de martes a sábado de 10 a 14 horas y de 17 a 20. Los domingos y festivos de 11 a 14 horas.

Museo del vino (1) (Copiar)

www.joaquinbrotons.com

El Museo del Vino de Valdepeñas