jueves. 18.04.2024

No quiero, pero debo

Huyo; no quiero, no me gusta, escribir sobre cuestiones como las declaraciones que están haciendo los portavoces del PP en Castila-La Mancha. Me parece tan bajo y tan rastrero, que siento vergüenza ajena. Sí; me avergüenza que la política se mueva en ese territorio que nos quieren marcar. No sé por qué, no lo entiendo. O sí. Quieren volver a mandar; quieren seguir manejando lo que consideran su chiringuito particular. Luchan por los cargos, no luchan por un ideal político y social.

Vamos a ver: La gran riqueza de los sistemas democráticos, es, que existen diferentes modelos, diferentes fórmulas, para los muy diversos problemas que se van presentando. Qué bonito sería; qué interesante; apasionante diría yo, que viéramos los ciudadanos debates sobre si es mejor aplicar, en un momento como el actual, fórmulas liberales o fórmulas socialdemócratas. Sería constructivo y edificante ver a los partidos poniendo encima de la mesa el análisis de la gravedad por la que está pasando una buena parte de la sociedad, y las soluciones que aportan cada uno. Defendiendo sus posicionamientos con energía, y honestidad.

Pero no. La indecencia en la que incurren ciertos sectores de la política, les lleva a prácticas insoportables. O no tienen el análisis requerido, o no disponen de las fórmulas adecuadas, o no saben debatir, o suspendieron la asignatura “Educación para la Ciudadanía, o… quizás, lo más probable, sea, que tienen puesto el punto de mira en intereses personales y se han olvidado del análisis, de las soluciones, y de los ideales que defienden…, o que deberían defender.

Llamar “pederasta” al adversario político, además de significativo, es de una gravedad intelectual, de una bajeza moral, que no tiene parangón. ¿Merece la pena mencionarlo? Quizá no. O no le hacen caso a su jefe Rajoy, cuando dice que es el partido de la moderación y la sensatez, o es que practican, -todos- el cinismo. Quizá la mejor contestación, desde la acera de enfrente, sería, olvidarse, y presentar permanentemente esos análisis y esas soluciones, que tanto esperan los gobernados. Si los que representan el liberalismo, -que respeto profundamente-, no son capaces de defenderlo, por lo menos, que los socialdemócratas den muestras de otra forma de hacer política, que solucionen la desigualdad y la corrupción, y se olviden “de lo demás”.

No quiero, pero debo