La nieta le pregunta a su abuelo:
* Oye, ¿Qué paso en Murcia en el año 2017, el año al que tú te refieres con tanta frecuencia? Ya hace trece años.
< Ya te he dicho que fue el año en el que afloraron, en el que la sociedad percibió con claridad evidente, las inercias que se venían amasando en los partidos, en la vida política y social de nuestro país. El caso de Murcia es uno de tantos. Fue el botón de muestra de un PP aprisionado por sus propias actitudes desde los años noventa >
* Hombre! Abuelo, detecto un pelín de exageración. Pero explícamelo, que, quiero saber tu opinión de lo que pasó en Murcia.
< Tu lo has dicho: mi opinión. Opinión, que es solo mi opinión; y no pretendo que sea la tuya. Tu tienes tus ideas y haces muy bien en defenderlas, como yo defiendo las mías. En Murcia pasó, aquel 4 de abril de 2017, lo que tenía que pasar. Es consecuencia de una estrategia que en sociología se llama “táctica Rajoy>
* Ea; ya vamos; Rajoy nunca ha sido tu santo; pero sigue.
< Sí, sí. La táctica Rajoy consistía en esperar y esperar a que los asuntos se resuelvan solos, o que exploten cuando ya no tienen escapatoria. Te iré poniendo cientos de ejemplos a lo largo de nuestras charlas que espero sean muchas >
< El Gobierno de Murcia estaba presidido por un político del que toda España, menos Rajoy, sabía que estaba hasta las cachas de presunta corrupción. En el PP, guiados por la táctica Rajoy, decidieron esperar a que su socio, Ciudadanos, le diera un plazo para que lo cesaran, esperar a que los partidos de la oposición le pusieran una moción de censura, esperar a que el juez le imputara por siete presuntos delitos. Y claro; no podía ser de otra manera; explotó y tuvo que dimitir >
< ¿Y a qué no sabes la justificación que dio; la razones por las que dimitía? >
* No. No tengo ni idea. No me acuerdo.
< Pues escucha bien. Dijo que lo hacía por Murcia y por España; para salvar a los murcianos del caos de un gobierno tripartito. ¡Ah! y el representante de Rajoy, Martínez-Maillo, entre emociones, aplausos y abrazos, dijo que era un acto de generosidad que le dignificaba, y había que agradecerle >
* Puffff, me dejas sin habla. No me lo puedo creer. Me lo creo porque lo dices tú. De verdad que me has asustado. Creía que ibas a decir por Dios y por España.