jueves. 28.03.2024
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Animalicos Centro Veterinario advierte de los peligros de la leishmaniosis canina

La leishmaniosis canina es una enfermedad muy grave. Puede conllevar la muerte del perro y, en los casos en los que éste llega a sobrevivir, se convertirá en un enfermo crónico que necesitará un estricto seguimiento de por vida para controlar los síntomas y poder ofrecerle la mejor calidad de vida posible.

leishmaniosis

El parásito que causa esta grave afección es la Leishmania infantum. La leishmania es un protozoo microscópico que necesita viajar a través de una pequeña mosca llamada flebotomo, que ejerce como transmisor de la enfermedad. Por lo tanto, la infección ocurre por la picadura de un flebotomo portador de leishmania. 

El riesgo de contraer la enfermedad aumenta en función de condiciones geográficas y climáticas. La amenaza de una picadura de flebotomo es más alta en el aire libre, en las zonas con más humedad y materia orgánica, y durante los meses más cálidos del año (cuando la temperatura sobrepasa los 15 grados). El peligro también se multiplica con el ocaso, ya que es durante las horas de menos luz cuando el insecto busca alimento. 
 
La leishmaniosis es una enfermedad que existe en todo el mundo y es endémica en el área mediterránea. 

Prevención

Hay dos formas de evitar el desarrollo de la leishmaniosis en el animal. Por un lado, evitar el contacto con los flebotomos infectados (portadores de la leishmania) y por el otro, actuar sobre el parásito. 
Para los perros que viven en zonas endémicas, es muy complicado aislarlos todo el tiempo del contacto con estos insectos parecidos a mosquitos. 

Prácticas rutinarias como alojar el animal en el interior de la casa durante el periodo de actividad de los flebotomos (desde el atardecer al amanecer), reducir las emisiones de luz (como los mosquitos, se sienten atraídos por la incandescencia) y poner atención en puertas y ventanas, vigilando no dejarlas abiertas por mucho tiempo, son soluciones domésticas que le ampararan de una posible picadura. El uso de mosquiteras, ventiladores e insecticidas ambientales también es muy recomendable para reforzar la protección dentro del hogar. 

Insecticidas y repelentes aplicados al perro

Dada la dificultad de llevar a la práctica las indicaciones de protección arriba mencionadas, existen en el mercado veterinario, productos específicos para reducir el número de picaduras de los flebotomos. Los insecticidas o los repelentes sobre el perro (collares o pipetas...) tienen como primer objetivo disminuir el riesgo de infección de un perro sano, pero también, reducir el riesgo de transmisión de la leishmaniosis a otros perros y especies, así como controlar la re-infestación con nuevos parásitos.
Cabe resaltar que si bien los insecticidas y repelentes aplicados directamente sobre el perro disminuyen el número de picaduras, no las previenen al cien por cien, por lo que el peligro de infección de leishmaniosis, aunque aminorado, sigue existiendo.

La vacunación contra la leishmaniosis canina

La vacunación es la única medida preventiva que actúa sobre la leishmania y no sobre el flebotomo, es decir, que limita el desarrollo de la enfermedad una vez el parásito se ha introducido en el organismo del perro. Mientras los insecticidas y repelentes tópicos reducen las picaduras, la vacunación protege al animal aunque haya sufrido la picadura de un flebotomo infectado. 

Siendo como es España, una zona de alta prevalencia, la mayoría de los animales acaban entrando en contacto con la leishmania, incluso aquellos que se protegen regularme con repelentes de insectos. Es por ello que combinar la vacunación con los insecticidas adecuados, se postula como el método más efectivo para proteger al perro contra la enfermedad. 

Durante 20 años, los científicos han estado investigando y trabajando con tecnologías de vanguardia para proteger a los perros frente a este parásito mortal. La vacuna contra la leishmaniosis canina es el resultado de este esfuerzo de innovación. Se lanzó al mercado en el 2011 en Europa y llegó a España apenas un año después. 

Desde enero de 2012 hasta hoy, se han administrado cerca de dos millones de dosis y vacunado alrededor de 400.000 perros.

La vacuna contra la leishmaniosis canina solo está indicada cuando el perro está sano, es decir, cuando hay la certeza de que no padece ya la enfermedad. Así pues, resulta imperativo realizar antes un test diagnóstico para determinarlo. Si la prueba arroja un resultado negativo, se podrá proceder a la vacunación. En caso contrario, el veterinario deberá confirmar o descartar el diagnóstico con otras pruebas más completas. 

¿Cómo funciona la vacuna?

La vacuna enseña al sistema inmune del perro a defenderse correctamente del parásito de la leishmania (es decir, estimulando la producción de células inmunitarias y no de anticuerpos), reduciendo drásticamente el riesgo de que el perro desarrolle la enfermedad cuando sufra una infección “real”. Como todas las vacunas, incluye componentes del propio parásito para que la respuesta inmune estimulada sea específica contra la leishmania. En el caso de este tipo de vacunas, los componentes empleados son proteínas aisladas y no el parásito completo, de forma que en ningún caso la vacuna puede provocar la enfermedad. Son necesarias tres dosis el primer año de vacunación, así como una inyección anual de recuerdo los próximos años. 

Solo se podrán vacunar aquellos perros que presenten un buen estado de salud general. El animal no solo deberá pasar el test de diagnóstico de la leishmaniosis, sino hallarse libre de otros parásitos, ya que una alta carga parasitaria alteraría la respuesta de su sistema inmune. La primovacunación podrá aplicarse al perro a partir de los seis meses de vida, quedando excluidas de vacunación las hembras que se encuentren en gestación. 

Animalicos Centro Veterinario advierte de los peligros de la leishmaniosis canina