viernes. 29.03.2024

El Congreso de USA decidió tras el Apollo 17 abandonar las misiones a la Luna y apostó por otras robóticas a los confines del Sistema Solar y otras tripuladas cercanas a la orbita terrestre. La falta de interés público, el desgaste mediático y la Guerra de Vietnam fueron los motivos principales para tomar esta decisión. Muchos consideraban que los vuelos a la Luna eran pura rutina que no interesaba a nadie…¡ufff, pura rutina viajar a 400.000 km de la Tierra!

Pero ahora algo está cambiando. El ser humano es aventurero y curioso. Después de estos años se está cociendo algo en las oficinas de las principales agencias espaciales.

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No es que la Luna nos pueda interesar mucho desde un punto de vista de extracción de recursos naturales. Pese a que la composición geológica es muy parecida a la Tierra, los pocos minerales que nos puedan interesar los encontramos en nuestro planeta en grandes cantidades. Es muy posible que el helio que se encuentra en la superficie generado por la acción solar, nos resulte interesante para utilizarlo como combustible en futuras misiones a Marte y otros mundos. También podemos encontrar agua en las rocas, pero su extracción, pese a que no sería complicada, nos supondría instalar verdaderas fábricas de producción de agua.

Claro está que el principal handicap de explotaciones o bases lunares es la hostilidad de la propia Luna. Como nos comentó nuestro colaborador el Prof. Ignasi Casanova “los astronautas de las misiones Apollo tuvieron suerte que el Sol no hizo una de las suyas” Y cuando dice “no hizo de las suyas” se refiere a que nuestra estrella hubiera frito a los astronautas.

Un sexto de la gravedad de la Tierra dificulta muchísimo los trabajos. Todos recordamos lo complicado que resultaba moverse por nuestro satélite.

Seguro que pensaréis que podríamos enviar robots para que realicen los trabajos de explotación pero ¿qué pasaría si lo que nos interesa se encuentra en la cara oculta? Pensad que la parte que no podemos ver de la Luna es la región más limpia de acción electromagnética del Sistema Solar. No podemos enviar ningún tipo de señal desde la Tierra para dirigir las operaciones. Al final optaríamos por enviar a personas por cortos periodos de tiempo. Pero esto supondría una cantidad de “derroche económico” que se acabaría por abandonar las misiones. Solución, poner en órbita una serie de satélites artificiales que actúen como repetidores de señal ¿Merecería la pena realmente? Bueno, si queréis que os diga mi opinión, creo que se debería intentar porque a muy malas podríamos utilizar estas bases como laboratorios para las futuras misiones más allá del Cinturón de Asteroides.

Como ya os comentado trabajar en la Luna no es ir a vendimiar precisamente. Pero ¿Qué podríamos decir de Marte?

El planeta Rojo nos ofrece un panorama más alentador pero con matices. Pese a que podemos disfrutar en algunas ocasiones de una primavera de 22º, la atmósfera marciana es altamente venenosa para nuestro organismo ya que su composición es de 95% de Dióxido de Carbono CO2… ¡respirar en Marte es como estar delante del tubo de escape de un camión!

Además al disponer de un escudo y una atmósfera muy tenues que pueda proteger al planeta de los rayos nocivos del Sol, cuando aquí te pones moreno, allí te fríes literalmente.

Pero el principal problema que no se ha podido solucionar de momento es la distancia y la radiación. Si se decidiera enviar una misión tripulada a Marte, para que fuera más rentable tanto humana como económicamente, se elegiría un momento  en que el planeta se encuentre en su perihelio y de esta forma estaría más próximo al nuestro. El viaje sería de unos 59 millones de km y tardaríamos unos 8-9 meses con la tecnología que disponemos en la actualidad.

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Esto en un futuro no muy lejano no debería ser un problema. La tecnología de cohetes y naves está avanzando a pasos agigantados, pero la radiación es otra cosa.

Las misiones Apollo, los paseos espaciales (EVA), y las largas estancias en al ISS, todo esto no supuso un gran problema porque la Tierra dispone de un escudo que nos protege: el Cinturón de Van Hallen. Más allá de las orbitas Tierra-Luna, este cinturón pierde acción y se disipa. Así que los astronautas estarían expuestos a altas dosis de radiación que podrían ser muy nocivas para el organismo. ¿No deberíamos estudiar el exoesqueleto de las cucarachas y otros seres vivos que soportan altas dosis de radiación y continúan con vida sin verse alterado su ADN? Es una posibilidad que algunos ingenieros en trajes espaciales están estudiando.

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Aún así Marte nos ofrece algo más que la Luna. Tiene agua en grandes cantidades dentro de las rocas y congelada en los polos. Dispones de altas concentraciones de metano que nos podría interesar como combustible. La gravedad es inferior a la terrestre pero se podría vivir perfectamente con esta. Las bases deberían estar presurizadas pero la climatología del planeta podría proveernos de un microclima artificial. ¿Os imagináis cultivos y ganadería en Marte? Ahora puede parecer a Ciencia Ficción pero en un futuro no sería descabellado.

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La Luna es un mundo muy hostil, Marte está muy lejos…pero ¿Podríamos acercar a la Tierra un cuerpo celeste como un asteroide  para estudiarlo y más adelante explotarlo como fuente de recursos alternativos? Esta pregunta os la contestaré en otro capítulo pero os adelanto que lo que antes era Ciencia Ficción, ahora comienza a ser una realidad.

Futuras bases humanas en Marte y la Luna