sábado. 20.04.2024

El pasado viernes día 3 tuvo lugar una nueva conferencia que impartió D. Juan Pablo Rozas, Ingeniero de Telecomunicaciones de la Escuela Superior de Informática de la Universidad de Castilla-La Mancha, en los ya habituales “Viernes con la Ciencia” que Quixote Innovation organiza en Valdepeñas.

Como viene siendo habitual, por la mañana se realizó para los alumnos de los distintos institutos y por la tarde para el público en general en el Museo del Vino.

La conferencia tuvo como objeto resaltar la figura de D. Mónico Sánchez, inventor manchego que no ha tenido la suerte de ser reconocido como debiera. Uno de esos pequeños gigantes que pasan desapercibidos en el devenir de la historia.

D. Mónico Sánchez, natural de la ciudadrealeña localidad de Piedrabuena, tuvo orígenes humildes. A pesar de ello perseveró en su formación, logrando viajar a Madrid con el fin de obtener el título de Ingeniero Industrial. Cerrada la Escuela debido a huelgas, Mónico no se rindió y obtuvo un curso en electrotecnia por correspondencia y en inglés, idioma que desconocía por completo, con una disciplina admirable, puesto que duró tres años. El célebre ingeniero Joseph Wetzle, director del curso, quedó impresionado con las dotes de Mónico y le recomendó viajar a Nueva York, ciudad en la que Tesla y Edison eran punta de lanza de la tecnología eléctrica de la época. No olvidemos que estamos hablando nada más y nada menos que de 1904.

Con la recomendación de Wetzle, 60 dólares en el bolsillo, Mónico Sánchez que tal solo sabía comunicarse en ingles escrito, fichó como ingeniero de la Van Houten and Ten Broeck Company, dedicada a la aplicación de la electricidad en los hospitales. Allí inventó un aparato de rayos X portátil. 

Este aparato de invención suya fue el motivo de su fichaje por la Collins Wireless Telephone Company como ingeniero jefe. Tras trabajar allí y mejorar su aparato, llamado entonces Collins Sánchez, se le ofrece la enorme suma para la época de 500.000 dólares por la patente de su aparato, que Mónico rechaza.

Con ese bagaje vuelve en 1912 a su localidad natal, Piedrabuena, y monta el Laboratorio Eléctrico Sánchez, que fabrica y comercializa su equipo portátil de rayos X. Instaló una central eléctrica en su pueblo, abastecida por el carbón llegado en carros tirados por mulas. Y aprovechando, hizo llegar el alumbrado eléctrico e incluso montó un cine.

Finalmente, en la charla se hizo funcionar uno de estos aparatos, con patente de 1911 que estaban garantizados de por vida y se pudo ver que D. Mónico Sánchez era un hombre de palabra.

La sorprendente historia del tenaz Tesla manchego que viajó a Nueva York