sábado. 20.04.2024
Cultura

Julián Vigó: “Escribir Atlántida Pornográfica ha sido algo más que escribir una novela o crear un mundo deseado, ha sido soñar a un padre”

Julián Vigó es el seudónimo de David Julián Vélez Martínez, un pedagogo, escritor y director de teatro y cine natural de Torre de Juan Abad. Antiguo co-fundador, junto a Cecilia Anahí, de Fándula Al-Habima con la que comenzaron a trabajar en festivales de teatro como Avignon, Madrid o Sintra y con la que crearon una escuela de arte dramático en Madrid, actualmente producen ambos, ya desde Le Corps d’Ulan, eventos de gran formato que van desde teatro de época hasta espectáculos de vanguardia. 

foto solapa Julian vigo (Copiar)

Polifacético donde los haya, con Producciones Le Corps d’Ulan han comenzado la línea cinematográfica con el mediometraje Helene, y preparan dos largometrajes, una adaptación sobre Las Bacantes de Eurípides y otra adaptación personalísima sobre El Quijote que se rodará sobre el Campo de Montiel. En agosto presentó en su pueblo natal su primera novela titulada “Atlántida Pornográfica”. Con Vigó hemos hablado de su "ópera prima" literaria.

¿Quién es Julián Vigó como escritor?

La memoria viva de los seres a quienes amo y admiro. Mi nombre es compuesto, David Julián, y me pusieron Julián en honor a mis dos abuelos. Yo escribía con mi abuela Cayetana a la que leía todo y ella siempre parecía escucharme, no dudo que no lo hiciera, pero el calor que desprendía, la atención que prestaba era un regocijo tan inmaculado, tan bello, tan místico que me llegaba a creer que no lo hacía mal... Fue un elixir aquella abuela mía. Luego Vigó nace de una obra de teatro que escribí en honor a mi perra Lola, una setter irlandés color cobre, preciosa, que me mataron en mi pueblo. Como quería actuarla yo, ser yo ella, busqué un nombre masculino. Di con una película de un director llamado Jean Vigó, y le puse a mi obra en lugar de Lola, Vigó… Ahora que hago cine, resulta ser que ese tal Jean es un tipo maravilloso y sensible… Pero no lo hice por ser un cinéfilo ni conocedor del cine, lo hice por buscar un nombre digno a mi perra asesinada. Cada vez que escribo pienso en quien podría escucharme, a quién podría revivir, a quién podría maravillar…

Eres hombre de teatro y “Atlántida Pornográfica” es tu primera novela ¿Por qué pasas de la escena a la novela?

Porque no quería compartir. Podríamos decir que el acto en sí de novelar es bucear en tu yo más profundo, en tu yo más abstracto, como diría Todorov. La novela llegó en paralelo a una resurrección vital, pronto nacería mi hija Sarún. De pronto fui consciente de que iba a ser padre y de repente comprendí que aún no era conocedor profundamente del mío. Y tuve un vahído, como un mareo. Me di cuenta de que no había hablado con mi padre, de que no me había comunicado con él lo suficiente, de que no lo había ni buscado, ni muchos encontrado. Por eso, por ese motivo, decidí –ya que era demasiado tarde para subsanar el problema de la  incomunicación- soñarlo, imaginarlo, aprehenderlo mediante el deseo, mediante el egoísmo, mediante la utopía. Por eso no podía compartirlo en una acción teatral o cinematográfica. Debía ser un acto ascético, del escritorio hacia adentro, hacia mí mismo. Escribir Atlántida Pornográfica ha sido algo más que escribir una novela o crear un mundo deseado, ha sido soñar a un padre.

¿Qué se va a encontrar el lector en “Atlántida Pornográfica” y de que va este libro?

Con sus propios prejuicios, sus tabúes, sus miedos, sus deseos, sus inquietudes, sus anhelos, sus huidas, sus deseos, sus frustraciones, sus vanidades, sus ideologías, sus iras, sus cóleras, sus sexos… Atlántida Pornográfica es un maremágnum de  emociones que nos enfrenta con nosotros mismos constantemente. La novela nos golpea pero nos acaricia, nos viola pero nos ama… Nos dan ganas de vomitar pero nos complace con la suave brisa del rito… Es un libro que nace para ser eterno por el vaivén filosófico-emocional que posee mezclado con una sobredosis de ritos iniciáticos primitivos junto a la más contemporánea idea del futuro…

El libro gira en torno al acto de descubrir. Pienso que nos descubrimos constantemente. No hacemos nada más en la vida. Descubrimos el mundo que nos rodea diariamente. Descubrimos al otro cotidianamente. Descubrir, quitar aquello que cubre… como si en algún momento de la vida alguien, por puro azar o por pura ignorancia, nos hubiese ocultado algo. Quiénes somos realmente y en qué mundo vivimos. Somos seres libres o somos seres encarcelados en los deseos y odios de los otros. Somos quienes creemos ser o creemos simplemente lo que somos… La novela es una novela de des-cubrir-se la verdad de cada uno, así como la verdad del mundo en el que vivimos…

Portada Atlántida Porno gráfica (Copiar)

¿Por qué ese título?

Porque sueño siempre en la utopía del sexo y del coito desparramado. Porque siempre, siempre, deseo un mundo de fuerzas equilibradas, de obstáculos banales y frívolos, infantiles. Porque sueño con un mundo coherente, ampliado al cuerpo del otro, acumulativo, ardoroso, amador. Porque sueño con no dejar de soñar y de perseguir un estado constante de ataraxia, de ascesis, de orgiástica ensoñación. Un mundo así, sin posibilidad de pudrirse en ideas tan impuestas y tan artificiales como el pudor, la vergüenza, el ocultamiento de la decrepitud, la hipervaloración de la juventud… Sueño un mundo donde cada miembro sea miembro de una comunidad de aceptación por la diferencia… ¿Y qué mayor diferencia que la sexualidad? Yo sueño con un mundo donde el sexo se muestre crudo, puro, aceptado, sin ataduras ni arcadas. Un mundo soñado de sexo purificado… De ahí el nombre.

FOTO4 (1)Julián Vigó (Copiar)

Es una novela erótico-pansexual influenciada por la filosofía de Foucault, M. Naussbaum y MacIntyre  ¿Por qué estos autores, que aportan a tu libro?

Porque los tres hablan de lo mismo prácticamente. Mientras Martha nos habla de qué nos podría agrupar como seres globales, Foucault nos brinda la idea de crear una auténtica revolución a partir del cuidado de sí, de uno mismo. Pero pienso que de nada sirve agrupar a seres en una sociedad global si no coinciden en la idea del cuidado de sí. Y Alasdair, entre otras muchas cuestiones, nos habla de cómo tener una idea de nuestra vida, de cómo proyectarnos hacia un futuro, de cómo coincidir todos en una idea de nuestra vida, una vida que debe ser una sucesión constante, progresiva. Un vida narrada, una vida narratológica.

Por tanto, no se puede uno sin el otro. Una de las primeras categorías es el cuidado de uno mismo para poder establecer los parámetros de qué es en realidad lo que nos une, para saber cómo debemos plantearnos, cómo debemos proyectamos. Es una obviedad que nuestra proyección requiere de una implicación con la comunidad.

Y esto es lo que aportan al libro. La ideología que vertebra la columna filosófica –entiéndase el término como aquel que aglutina política, sociología, antropología, arte, estética, religiosidad…- de la novela es la construcción de un universo a partir de estas tres grandes tesis aparentemente básicas: el cuidado del hombre en sí, el cuidado del hombre en colectivo, los puntos de comprensión para respetarnos, la proyección del hombre y del colectivo en el futuro… El cómo se ejecuta, cómo se implantan estas tesis a la materialidad, al día a día, es lo que genera mucho amor y mucho odio en las/los lectoras/lectores…

¿Qué tiene de real por parte del autor y que tiene de ficción?

Obviamente, todo. Todo lo que atañe a mi persona, tanto ficción como realidad… Considero que la posibilidad que tengo de ficcionar algo es tan real como la cotidianidad, si no, no sería capaz de vivir del teatro. La capacidad de imaginar, de construir mundos paralelos me ha ayudado a seguir con esperanza en este mundo. De no suicidarme. Es cierto que realmente no he tenido la suerte de estar en islas en mitad de una orgía con tres mil personas, pero lo he soñado, lo he disfrutado y no sé si de igual modo. Es cierto que el mundo que he sido capaz de dibujar no es tangible, es salir a la calle y darme cuenta, pero dudo que la realidad que se posee cuando se divaga sea menos poderosa que lo que entendemos por naturalismo… Mi realismo es más potente que la aséptica y aburrida civilización donde me encuentro. Hago teatro para no ahogarme en este mundo tan vago, tan de brocha gorda, tan insípido y tan delincuentemente ridículo… Por tanto, dudo mucho que haya separación ni que haya partes distintas en mí… Aunque es una pregunta maravillosa que cabe extenderse mucho y escribir muchísimo sobre ella. Aquí Unamuno tendría mucho que decir pero, ¿qué es un ente de ficción, menos real que un ente de materia…?

FOTO 1Julian vigó (Copiar)

La presentaste en Torre de Juan Abad, en Agosto, ¿qué sensación causó en los asistentes y cuál fue su reacción?

Fue una de las cosas más bellas que hemos hecho Cecilia y yo, acompañados de parte de nuestro equipo de performances, Diego, Marisa, Concha, Judith, y amenizó la velada un músico increíble como es Rodrigo Manchado. Además el Ayuntamiento lo puso todo para favorecer el evento y no hubo luchas de ningún tipo. La alcaldesa, María, humildemente supo esperar y se animó a leer unas palabras que había escrito para mi presentación Fernando de las Heras, un gran dramaturgo. Estuve arropado de la gente a la que admiro y quiero y a las que sé que algo me quieren y valoran. Fue un acto muy familiar y muy íntimo. Además el lugar es sobrecogedor y fascinante, la Casa de Don Fernando, un lugar donde rodamos el primer mediometraje de Producciones Le Corps d’Ulan, Helene, que se podrá ver en cines a partir de Enero. Estuve arropado, y eso es todo, qué sino sentirse querido en tu comunidad es la virtud del hombre.

¿Qué tal está funcionando la novela, no solo en el sentido comercial sino también a la hora de que te hablen sobre el contenido de la misma, si gusta, si la gente es muy crítica con ella…?

Confío plenamente en las críticas y es cierto que gusta. Sé que conseguimos algo muy importante: IMPACTAR. Algo que quería hacer sin duda. Quería crear una literatura de impacto. Pero no un impacto insustancial, volátil, sin repercusión y sin tránsitos, no, un impacto que estuviese tan enganchado a la novela que lo sintieras como una consecuencia lógica de la historia. Es cierto que muchos ven sobredosis de imaginación, como muy sobrecargada, como muy barroca pero es que es cierto, yo soy casi churrigueresco si me antojas. Soy incapaz de ir cerca, soy incapaz de no ir hasta el final, hasta las últimas consecuencias, hasta la almendra… Eso me ha granjeado muchas enemistades y muchos equívocos pero he visto brillar tantas cosas, a tantas personas… Pensar en una Atlántida Pornográfica tímida, acobardada, autocensurada… y me da un escalofrío diarreico…  Lo que está claro es que es densa, pero no de esa densidad espesa y soporífera, sino una densidad que genera pensamiento, que genera reflexión… Por eso hay gente que lee, para y luego sigue… Perderse algo de ella es quizás perderte algo de ti…

Imagino que no será la primera ¿Estas pensando ya en la segunda?, y si es así adelántanos algo.

De siempre supe que este es el primer volumen de una trilogía, y así es. Aunque ahora estamos elaborando una pieza breve, una nivola, una tragedia rural de hechos que acontecieron en mi pueblo, Torre de Juan Abad. Evidentemente todo pasado por el tamiz de mi imaginación y mi deseo. Ya estamos en ella, incluso hemos decidido el título y, si todo marcha como hasta ahora, saldrá en Febrero-Marzo.

Por cierto, utilizo el plural en muchos casos porque sería incapaz de escribir sin la supervisión constante de la actriz Cecilia Anahí, mi gran lectora y mi excelente crítica, además de esposa y madre de mi hija.

¿Qué consejo darías  a quien va a leer tu libro por primera vez?

Que lean con calma pero que lean. Que lean en el baño pero que lean. Que lean en vagón del metro pero que lean. Que lean en un descanso tras la pausa del cigarro pero que lean. Que lean en las vides, en los olivares, en las podas pero que lean… Que lean con alma pero que lean. Y que lleguen al final porque si no, no se puede descubrir, no se puede juzgar… He conocido personas que critican obras sin verlas, o leerlas, saliéndose, o sin llegar al final. Para mí esa gente pierde toda notoriedad y seriedad. Pierde toda dignidad. Hay que leer. Únicamente en el esfuerzo de leer, se encuentra uno. La lectura no sirve nada más que para descubrirse uno así mismo. Quien no lee o no llega hasta el final cree saber quién es... Y yo desconfío plenamente de todo aquel que afirma ser quién dice ser… ¡Buen viaje!

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