Esta exposición se vio conmovedoramente enriquecida por la presencia de varios familiares del artista, que destacaron su temprana vocación por la pintura a pesar de las duras condiciones de la posguerra en la Mancha.
La atemporalidad de los valores plásticos del color, la luz o las texturas quedó de nuevo manifiesta en las diversas interpretaciones esbozadas por los asistentes, que rememoraron tanto los recuerdos de su infancia, como los valores tradicionales o la evidencia de las miles de vidas anónimas que han marcado nuestro pasado.