viernes. 19.04.2024

Todos los padres quieren que sus hijos sean felices, que vivan en armonía con su entorno, que los niños sean respetuosos y encuentren su sitio en este mundo cuando sean maduros. Sobre todo queremos que nuestros hijos estén seguros. Para conseguir todos estos objetivos necesitamos la herramienta clave – los límites. Sobre los límites que se basan en el amor y la firmeza nos habló la guía Montessori, que ha dedicado toda su vida profesional a la educación respetuosa, Natalia Salcedo Martín. Durante la charla organizada por la asociación “Luz de Jabalón” Natalia explicó qué son los límites, cómo se ponen de manera armoniosa y eficaz y por qué es tan importante sincronizar el esfuerzo educativo entre los padres y la escuela.

Los límites por el bien de los niños

Los límites es algo que se establece de forma natural en el entorno. Todos tenemos unos límites: empezando por el cuerpo físico que nos limita o que nos permite hacer determinadas cosas dentro de sus límites; luego hay límite mental – hasta donde podemos llegar, hasta donde podemos entender; y, finalmente, los límites que representan todo aquello fuera de mí, qué el entorno me propone para que yo pueda vivir dentro de ese entorno. El ambiente también me marca unos límites para mi seguridad. Los límites para los niños son todo aquello que favorece que se relacionen con su entorno de una manera sana y segura. Los límites van evolucionando según la edad de los niños, obviamente, no es lo mismo un límite para un niño de un año que para un niño de cuatro años, porque los propios niños evolucionan, cambian.

¿Cómo deben ponerse los límites?

Siempre tiene que ser de forma amorosa, pero firme. Firmeza y amor son la clave para marcar límites de tal forma para que el niño entienda que es por su seguridad y para un bien mayor. Y después eso se produce según varios estados de obediencia: un niño no puede obedecer un límite de manera absoluta hasta que no tenga por lo menos 6 años. Hay que conocer y entender la evolución de los niños para ser consciente que nosotros, padres y profesores, tenemos que ayudarles mucho con los límites hasta mínimo 6 años. Hasta esta edad los niños no son capaces de entender que actuar dentro de los límites les beneficia, entonces el trabajo de los padres consiste en repetir conceptos de los límites muchas veces con paciencia, constancia, coherencia y firmeza.

Los límites deben ser coherentes

Para sincronizar el proceso educativo desde la casa y desde el centro educativo, o incluso desde la misma casa para que se pongan de acuerdo los padres, el factor primordial es coherencia. Qué exista un sistema fijo de los límites establecidos en todos los entornos del niño. Para que un niño entienda que los límites existen no porque lo dice mamá, papá o la maestra, sino que el límite es así en todos los sitios donde él niño vaya. Para que esta coherencia se produzca, es muy importante la comunicación entre la casa y la escuela, e incluso entre los miembros de la misma familia. Lo que más desestabiliza a un niño y le dificulta para saber dónde están los límites es la incoherencia: que en unos sitios me permitan unas cosas y en otros prohíben las mismas cosas. Dentro de la misma casa sería muy destructivo que la madre permita una cosa y el padre no o viceversa. Los límites deben ser pocos, sencillos, unificados, firmes y siempre por la seguridad del niño.  

niño

Los límites ayudan a respetarse y respetar

La base principal del acompañamiento según la pedagogía Montessori es la educación en el respeto y educación para la paz. Cuando educamos en el respeto, el niño aprende a respetarse a sí mismo, a respetar a los demás y respetar al entorno en el que vive. Con estos tres aspectos conseguimos que un ser humano esté seguro de sí mismo, que sea responsable, que tenga gusto por aprender (esta necesidad de aprendizaje la tenemos todos de manera natural y el proceso del aprendizaje continua toda la vida). Si un niño está educado dentro del respeto y la paz, va a crecer seguro de sí mismo, será conocedor de sí mismo, sabrá y valorará sus talentos y potenciales. Cuando un niño sabe “qué sé hacer, qué me gusta hacer” en seguida sabrá qué es lo que le gustaría ser de mayor y para eso va a aplicar su energía.

Dentro de la filosofía Montessori uno de los conceptos cruciales es la ayuda, trabajo en equipo, el servir. Por ejemplo, desde muy pequeñitos se les enseña a los niños a servir la mesa a sus compañeros, ayudar a servir la comida, en los juegos se les enseña cómo colaborar, como esperar, como compartir, como solucionar de forma pacífica los conflictos. Tratamos de conseguir el equilibrio de lo que yo soy y lo que hay fuera, lo que son los demás. Cuando un niño interioriza el respeto a sí mismo, se da cuenta de la importancia del respeto a los demás. Además es muy importante el respeto no solo entre los seres humanos, sino el respeto al entorno donde viven: respeto a la naturaleza, respeto a mi casa, respeto al cuerpo. Creando profundo respeto dentro de sí mismo en esta etapa egocéntrica como es la infancia, los niños aprenden a respetar a los demás y al mundo. Colaboración, respeto y educación para la paz son pilares de la pedagogía Montessori.  

Natalia Salcedo: 'Los límites para los niños son todo aquello que favorece que se...