viernes. 29.03.2024

La pasada semana publicábamos un reportaje sobre el 50 aniversario del edificio que alberga el IES Bernardo Balbuena de Valdepeñas, que fue diseñado por el arquitecto daimieleño y conocido a nivel mundial, Miguel Fisac. Pues bien, Mª Teresa Gallego del Moral, antigua alumna y actual profesora del Departamento de Geografía e Historia de este centro educativo de Valdepeñas ha querido contar a través de un artículo como vivió y como vive este centro educativo. A Teresa se ha unido también, con una reflexión, el que fuera profesor del centro Fernando Castillo.

Artículo de Mª Teresa Gallego del Moral

Así quiero recordar mis años pasados y presentes en mi querido instituto

Aprovechando  el 50 aniversario de la inauguración del edificio  construido por  el arquitecto Fisac, edificio que comenzó a funcionar en el año 1964, fecha difícil de olvidar ya que por esos años veía yo la luz del mundo, me vienen a la cabeza muchos y buenos momentos que me  gustaría compartir con aquellos alumnos y profesores en los que  a pesar del paso de los años aún perdura la huella del conocido espíritu del Balbuena.

(En la foto Teresa y sus compañeros de clase en el IES Bernardo de Balbuena)

TERESA GALLEGO ALUMNA BALBUENA Y SUS COMPIS (Copiar)

Siguiendo la tradición familiar, ya que alguno de mis tíos y primos habían sido estudiantes del centro, tuve la gran suerte, a pesar de ser fémina, de poder continuar con mis estudios en una época en la que muchas de las chicas de mi edad se quedaban trabajando o preparándose para formar pronto una familia.

Entré en el Balbuena en el año 1978 y salí de allí en 1982, ese año marché a Madrid a estudiar medicina y lo mismo que viví la movida madrileña, viví en mis años bachilleres la  época  de la  transición .Y  por comentar alguna anécdota curiosa, el famoso 23F coincidió con un examen de química que, dadas las circunstancias, tuvimos que aplazar.

De mis mejores recuerdos quedarán para siempre los  cuatro años que pasé como componente de la coral de Doña Inés, las obras y zarzuelas que todos los años montábamos y la inauguración del curso escolar con misa incluida, cantada en esa magnífica capilla diseñada por Fisac.

Pero como la vida da muchas vueltas y la mía no para de dar, aquella doctora en potencia acabó siendo profesora de historia en el último lugar que se podía imaginar: su querido e inolvidable institutito. El  día que me dieron el destino  definitivo después de mi larga trayectoria primero como interina y por fin como titular, monté una fiesta  digna de recordar.

(En la fotografía los primeros alumnos que tuvo Teresa en el Balbuena)

TERESA GALLEGO CON SUS PRIMEROS ALUMNOS (Copiar)

No solo fui yo alumna del centro, también mis hermanos: Benito, el eterno alumno del nocturno; Pilar, hoy profesora también; mi marido, mis cuñados, mis sobrinas, mis hijos y amigos…todos hemos pasado por el centro en épocas tan diferentes. El instituto es como las cepas de la gripe, muta cada año, desde aquel lejano 1978  en el que España rezumaba libertad. Libertad que hacía de nuestro centro un sitio especial donde profesores y alumnos compartíamos de una manera cordial relaciones de amistad dentro y fuera de las aulas y que aún perduran a pesar del paso de los años.

Mi hijo mayor comenzó en el año 2000 su andadura estudiantil y, a pesar de la amplia oferta que ya había, estaba claro, clarísimo, que la oferta solo era una.  El año pasado despedía a mi pequeña. Diecisiete años de instituto como madre te marcan… te dejan k.o. 

Hoy como profesora en el centro desde 2008, llegué en el momento oportuno, se cumplía el 75 aniversario del centro y participé en el libro recordatorio y en todos los actos de conmemoración (mi querida Glorieja sabía cómo involucrarme). Solo puedo decir que los tiempos cambian pero el alma permanece. Si por  algo me gusta estar aquí es por  haber podido compartir claustro con muchos de mis antiguos profesores y, sobre todo, porque soy capaz de conocer a casi  cada uno de los centenares de alumnos que tenemos. Mi memoria histórica no falla, como buena “vieja del visillo”; raro es que alguno de los chavales no sea hijo de antiguos compañeros, nieto de profesores, etc. (“niño, sé  de quién eres”).

También vivo con añoranza los cambios del centro; los años no pasan y si no me falla la memoria, se han jubilado unos veinte profesores en estos últimos diez años. Otros llegarán o están llegando y la mutación de la cepa se produce cada curso, cada año…y es que la vida pasa tan deprisa…

Hoy, cincuenta  años después, los nacidos en esa época no dejamos de darnos algún que otro homenaje y compartir muchos momentos de nuestra vida.

Entonces vuelve la nostalgia, y todos recordamos las aventuras pasadas en el centro, los bedeles uniformados, la biblioteca y su bibliotecaria, la gimnasia (entonces se llamaba así) que hacíamos por separado chicos y chicas.  El bar de Juanjo, los bocadillos de calamares del kiosco del parque, el bar de la cochera (comparable al Julián), las clases de historia de Doña Ángela, los viajes para conocer la provincia y su arte sin explorar, las excursiones a Cazorla , las salidas al parque a buscar especies autóctonas, las clases de don Juan Manuel y los experimentos de alto voltaje, ese francés de don José (nuestro querido hermanito) y esa filosofía y mi filósofo preferido, Alfonso Gil, que tanto sabe de mis fatigas y penurias .

TERESA GALLEGO CON PROFESOR BALBUENA (Copiar)

No quiero dejarme a nadie fuera del tintero, por eso amigos del 64 y alrededores sé que no olvidamos a Doña Matilde, Doña Vicenta, Doña  Loli,  Juani y Don Eugenio, Don Luis Madrid, Eño, Paco, Federico, Miguel , Napo, Marceliano (el más original de los directores), Calderón, u otros más actuales como los queridos Pepe, Berna, Piligon, Santolino, Julia, Pedro, “Crespos”. ¡Cómo os echo de menos! Perdonad  esta cabeza un poco desgastada  que va perdiendo memoria y se puede dejar a más de uno sin nombrar y a aquellos compañeros actuales tan nostálgicos como yo.

Nunca olvidaré los años pasados y presentes en un centro, del que en otros años desconocíamos su valor artístico y que ahora puedo y sé admirar.

Resumiendo, arte por fuera y arte por dentro…para todos los nostálgicos del Balbuena.

Reflexión de Fernando Castillo

En el Bernardo Balbuena, yo también he dado clase en el curso 1999-2000. Gracias a este instituto he podido comer. En mi condición de antropólogo, creo que no solo es un espacio físico o un conjunto de profesores y profesoras muy competentes, es mucho más.

Empezó a funcionar en los años 60 en plena dictadura  y ha tenido unos cambios bestiales igual que nuestra sociedad. Ahora fiel reflejo de lo que la sociedad demanda, es un IES bilingüe.  Cuando nosotros estudiábamos teníamos una formación más allá de los planes de estudio. A mí igual que a muchos nos ha marcado, nos ha imprimido carácter, ya sé que a todos los que pasaron por allí no les ha dejado la misma huella, pero hay un grupo en cada promoción y más por aquella época que si nos ha marcado muchísimo, nos modificó nuestra forma de ser, de comprender, de entender el mundo. A este grupo que me refiero conseguimos sacar más de un instituto, de nuestro instituto, que lo que puede imaginarse.

(En la foto los compañeros de Teresa Gallego en el Balbuena. Algunos hoy también son profesores en el centro)

TERESA GALLEGO Y SUS COMPIS 50 ANIVERSARIO (Copiar)

Yo luego he estado en muchos sitios estudiando pero no me ha dejado tanta huella, ni una huella indeleble como el instituto. Ahora estoy trabajando en otro IES, y lo llevo dentro porque lo hemos podido moldear entre unos cuantos y es mi puesto de trabajo, pero no es lo mismo. A la edad de 14-18 años es necesario dejarte impregnar.

Vivir el Balbuena 50 años después