domingo. 28.04.2024

Por eso, los supervivientes de cualquier accidente no improvisan un guateque sino que pasan a la consulta del psicólogo para que les explique cómo es posible que a pesar de tanto desarrollo sigamos estando expuestos a tan inesperados peligros, con los que no queremos tener que contar en nuestras vidas.

Nuestros semejantes del lado pobre de este mundo siguen festejando, principalmente, con sus cuerpos, que continúan siendo los instrumentos más perfectos para proponer disfrutes tan completos como baratos.

En cambio, nosotros nos metemos en la fiesta después de haber estado asaltando durante todo el año los anaqueles de cualquier Gran Superficie, de manera que la fiesta festeja sobre festejado por mucho que haya bajado nuestro poder adquisitivo. No es posible exaltarse festivamente redondeando el atracón de panchitos, aunque parece que la regla no cuenta cuando se trata del alcohol. Y las nuevas tecnologías no terminan de suplantar virtualmente, por mucho Facebook que se practique, el roce de un baile “agarrao”. Por eso tienen que incorporarse elementos diferenciadores, anclados en la tradición y sin relación con lo cotidiano, para que la fiesta no parezca falta de alicientes más trascendentales que el botellón de cada fin de semana.

Ciudadanas y ciudadanos: Tenemos mucho que festejar. No en función de lo que aguanten los cuerpos o soporten los bolsillos sino para no perder nuestra condición humana, que debe imponerse a la de meros consumidores de un ocio con más gasto que beneficio. Tenemos que festejar en libertad y en responsabilidad. En grupos familiares que consolidan en la alegría su experiencia de compartir la vida y en grupos donde la exploración de nuevas relaciones  ofrezca la posibilidad de gustar y de ser degustado.

 Que nuestras mujeres no encuentren,  menos aún en estas fiestas y, sobre todo, parapetados tras discriminaciones de trato que no suelen cesar ni a la hora de repartir alegrías, los obstáculos enormes que supone ser mujer y pretender ser persona, miembro pleno de la especie humana en cualquiera de los regímenes económico-sociales que conoce el planeta, porque, como dice la poeta Soledad Cruz, ellas ya han aprendido “el duro oficio de ser mujer y sus maravillas,…”.

Que nuestros jóvenes vivan su sobredosis de vitalidad con una mesura que no les confunda la intensidad con el riesgo irresponsable. Que nuestros mayores no puedan sentirse ni lejanos ni tan distintos. Que los forasteros se encuentren en su casa. Que las buenas digestiones superen en número a las resacas.

Por todo ello y para terminar, permitidnos que proclamemos un sucinto reglamento que debería presidir nuestra vida diaria, con fiesta o sin ella, aunque advertimos que es aún más útil cuando la fiesta parece proponerte dejar en suspenso tu sentido (común).

Queda prohibido. (Pablo Neruda)

Queda prohibido llorar sin aprender,

Levantarte un día sin saber qué hacer,

Tener miedo a tus recuerdos…

 

Queda prohibido no sonreír a los problemas,

No luchar por lo que quieres,

Abandonarlo todo por miedo,

No convertir en realidad tus sueños,…

 

Queda prohibido no intentar comprender

A las personas,

Pensar que sus vidas valen menos que la tuya,

No saber que cada uno tiene su camino y su dicha…

 

Queda prohibido no crear tu historia,

No tener un momento para la gente que te necesita,

No comprender que lo  que la vida te dá,

También te lo quita…

 

Queda prohibido no buscar tu felicidad,

No vivir tu vida con una actitud positiva,

No pensar que podemos ser mejores,

No sentir que sin ti, este mundo no sería igual…

 

Que disfrutemos de unas buenas fiestas…

Saluda para unas Fiestas de pueblo