domingo. 28.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo LVIII. La semana más corta

Una ya está preparada para salir del bracete, bota de vino en mano, con mi santo al reencuentro de las viejas amistades. Impaciente por ver algún concierto y terminar hasta las tantas y que sea lo que Dios quiera.

Como tampoco hay photocall, mis amigas las divinas se quedan en la gran ciudad. No están dispuestas a pasar desapercibidas por estos lares.

La sorpresa es que oficialmente duran cuatro días, tres menos para que los negocios y demás comerciantes hagan caja.

No me encuentro mucho espíritu fiestil por las calles, eso sí, cuando llegue el día haremos lo propio.

Pues el sentimiento de fiesta y de reunión eso está incrustado en nuestros genes.

Los más arcaicos dirán: ¡No hay crisis, mirad las calles! Y yo les digo, sí que la hay,  y por eso vamos a hacer un esfuerzo y pasar de ella estos días.

Si el IBI más caro del mundo mundial te corta el rollo, pasa de él, que tienes hasta finales de octubre.

Me da que este año las ganas son muchas. A lo mejor es algo más soso, pero da igual, todos a una.

Que un pueblo unido en la fiesta y en el reencuentro, la guerra está ganada.

No hago caso que si las fiestas de la borrachera, si todo se desmadra y queda hecho un asco.
Sólo sé que si perdemos estos días tan nuestros como la viña, perderemos nuestra identidad y esto será una ciudad fría como las demás, eso sí, muy heroica. ¡Pues héroes faltan ahora para que siga siéndolo!

Impaciente estoy para que llegue el día: mi pañuelito y mi camiseta planchaditas, y tengo unas ganas de ver al burro de los Vinosaurios, que me lo voy a comer a besos.

Pelillos a la mar y a pasarlo bien, que como en Juego de Tronos, el invierno está cerca.

Capítulo LVIII. La semana más corta