lunes. 29.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo LXIX. Hambre y frío

En un país donde un chico después de 40 días se va aburrido, porque nadie le presta atención a su particular protesta, alegando que nuestra sociedad está dormida, y ajena a lo que está pasando, a mí no me queda otra que dejar una vela encendida en el hueco que éste ocupaba.

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No nos damos cuenta unos pocos que lo más sagrado es la comida, y lo más importante, cuando hace un tiempo se nos olvidó que lo primero era comer pensando que ya estaba cubierta nuestra necesidad.

Ahora hay huelga de hambre forzosa para mucha gente, dándole su real importancia. 

Sigo pensando que todo esto forma parte de un complot hacia nuestras humildes personas, plan bien trazado para llevarnos al ciudadano de a pie a la sumisión y esclavos, con la carita lavada. 

Y no me gustaría ser una burra, pero tengo que decirlo. ¡Nos la están metiendo doblada, y encima nos está gustando!

Unos que ya está aquí el final del túnel, otros que vamos ya mucho mejor, pero yo sigo viendo cola día tras día en el comedor social.

Sin dejar a un lado, que antes el hecho de calentarse, era muy fácil: botón dirección on. Ahora es: ¡Ni se te ocurra encenderla !

Nunca debí hacerle caso a mi madre, tenía que haberme comprado ese visón y usarlo como bata de andar por casa, para ahorrar en calefacción. 

Me pierdo un poco. ¿A qué tiene derecho un ciudadano de a pie? A pagar. A pasar hambre y frío. ¿Estamos en el siglo de la ciencia ficción o en la Edad Media?

Lo más básico se convierte en un lujo, ¿qué es el lujo?

Como soy libre de pensamiento, sigo creyendo que todo forma parte de una gran mentira, con un claro fin, domesticarnos a todos como abejas obreras, para que a las reinas no les falte de nada.

Y pensaréis qué pesada, con lo mismo siempre.

Y yo digo,  ¿en qué pienso si tengo más tiempo libre que el sastre de Tarzán? Pues me da por inventar y tomar té.  Que las vecinas ya se desuellan ellas solicas.

Desde lo alto de mi terraza, me tiro o no me tiro, se despide hasta la semana que viene o quizás nunca, Kuka. 

 
Capítulo LXIX. Hambre y frío