lunes. 29.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo LXVII. Basura

Siempre que usamos este nombre, puede ser para describir una situación o un insulto. Mientras paseo por mis queridas calles, más sola que la una, me doy cuenta de cuanta basura me rodea por dentro de las instituciones y apilada en los contenedores.

kuka 2 (Copiar)

Eso sí, alegría tengo pa rabiar por el tiempo tan estupendo que hace para esconder mis decrépitas canillas, pero para un café relajante con olor a descomposición no tengo. Paseo tan ricamente por los grandes almacenes atiborrados de ropa de temporada que aún no llega.

Cuál es mi espanto cuando al fondo de un pasillo veo ya un Papá Noel a pilas que me saluda y me indica la nueva fiesta que está a punto de llegar. A este orondo rojo, lo cogía yo y al contenedor de la huelga iba de cabeza. Su risa me produce un estrés tan intenso que me dan ganas de pegarle fuego a las bolas colgantes de los árboles de plástico y ya puesta a la basura que inunda todo y que deja sin aliento a los japoneses con cuartos y al resto del mundo.

Una buena lección de humildad es darme cuenta lo necesario e importante que es para todos nosotros el trabajo que hacen los responsables de la limpieza para que no nos coman las ratas. ¿Qué será lo siguiente si esto no se soluciona, la peste negra?. Espero que queden médicos en España para controlarla.

Entre bolsas con desechos se pasean los Vuitones y los chaneles levitando por encima de todos los mortales, buscando una buena firma donde refugiarse y exclamando al cielo: ¡como está el servicio!. Así una vez más apagando sus penas con una tarjeta dorada o platinada que controle su ritmo cardíaco.

Desde lo alto de un arreate, porque he visto a una rata más gorda que la que vende la lotería en sol, y sin poder mantener el equilibrio por culpa del anís y que si me caigo los perros hambrientos harán lo propio, se despide una vez más, Kuka.

Capítulo LXVII. Basura