domingo. 05.05.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo LXXVI. Amuletos

Pata de conejo, herraduras, piedras, medallas de todos los tipos y colores, con un único fin, protegernos y darnos suerte. Cuando me examiné del coche llevaba una medalla tan gorda que no me cabía en la camisa, y no era para menos, pues era la quinta vez que me presentaba, y encima me toco un bizco al que no se le escapaba una. Normal, tenía amplio campo de visión.

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Están escondidos en los monederos, entre los pocos céntimos que quedan, nos agarramos a ellos con fuerza cuando la necesidad aprieta, y los pasamos por los décimos de lotería a ver si cae algún eurillo que alivie nuestros males.

Últimamente no se qué pasa que me los voy encontrando por todos lados, en el suelo, en la escalera, al lado del buzón de casa y hay un sitio en especial donde de vez en cuando aparece uno.

No sé muy bien que significado tendrá, si debería creer o no, pues mi vida sigue igual de pesada. O quizás hay por ahí un alma buena que me quiere proteger, y ¿de quién?. Desde el principio de la humanidad, tenemos la necesidad de aferrarnos a algo divino que nos de fuerza para seguir adelante.

El caso es que ahí están, para creer o no, para confiar en ellos o quizás más en nosotros mismos. Los amuletos son objetos llenos de esperanza, de que algo bueno puede pasarnos si creemos en ellos.

Desde aquí lanzo un llamamiento: alma caritativa, cada vez que quieras un bien para mi, déjame un billete de 50€ que tengo que llenar la nevera.

Desde el delirio más absoluto, con la pata quebrada, por culpa de un regalo de los Reyes de mi hijo, ¡quien me mandaría, medio pedo montarme en un patín!, os deja con una paranoia más.

Vuestra Kuka del alma

Capítulo LXXVI. Amuletos