La aldea vivirá de los suvenires y recuerdos, las teles irán a explicar lo imposible y los más románticos, paseando por sus estancias, revivirán la bonita historia en carne propia, como si de la suya se tratara.
Pícaros y juglares te asaltarán por la calle, se venderán trocitos de su vestido que si los juntamos podríamos elaborar una bonita carpa de circo.
Las señoras se pondrán sus joyas plastificadas, copias de vestidos, para recrear a una gran dama afligida, reflejo de una vida que hace sombra a las más aburridas.
Mientras tanto, el fantasma llora solo en un rincón del castillo con la única compañía de sus recuerdos.
Desde lo alto del acantilado, preguntándome como puedo hacer negocio con lo que sea, el mundo gira muy deprisa y ya no puedo bajarme, se despide una vez más vuestra Kuka.