Y para más inri, buscan el consuelo y el protagonismo absoluto, rodeados de humo pues por dentro no hay nada. Sin empatía ni afecto, sólo se engrandecen cuando al vecino les ocurre una desgracia, la negatividad en estado puro.
Pero el peor de todos fue aquel tío feo con medio bigote, que quiso ser rubia con los ojos azules, culpando a todo un pueblo que era más rico y trabajador, a la pena de muerte.
Europa se teñía de sangre, para vergüenza de todo el mundo, sin importar en absoluto los más desfavorecidos, enfermos y demás patologías que no entraban dentro de su canon imaginario.
Pues tiene que ser muy duro levantarse por las mañanas y querer ser otra persona.
Fíjate que escribo estas líneas y veo muchas similitudes, con lo que ocurre en estos momentos, claro lo que sobra en este circo son los dependientes, enfermos y parados.
No voy a nombrar al resto de la cuadrilla, simpatizantes del enano mariquita con bigote. Monumentales de su grandeza de casa de los horrores poblaban las plazas de los pueblos, olvidados de bronce duermen en un almacén o ya han sido fundidos.
Bichos en definitiva, venidos a este mundo para joder al personal, someterlo y sacarle todo lo que pueda a golpe de impuestos.
