lunes. 29.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XI. El más allá

Tarde sin faenas, los 'ninis' de casa pasan de mí y yo ¿qué puedo hacer? Pues, muy fácil, coger el Chanel falso e irme en busca de la Carol que, por fin, la tengo para mí. Me gustaría que me abriera su ropero y me dijera: "Coge todo lo que te guste".  Pero no será así. Ella está por otras labores, como la meditación, el yoga y el papel (cosas de pijas). ¡Cuál es mi sorpresa cuando la veo venir toda de negro y sin un adorno!

Kuka: Hija, pareces la muerte.

Carol: Querida, me estoy ambientando para lo que nos espera. Nos vamos a ver a una vidente.

Kuka: ¿Cómo?

Mis esperanzas de ir de pegada por si pillo algo en El Corte se esfuman rápidamente.

Allá que vamos a la casa de la 'madame'. Nada más abrir la puerta nos recibe un tío feísimo, con una cara que el pobre sólo podría trabajar en algo así.

Tío feísimo: ¿A quién buscan? ¿A la 'madame'? Esperad.

Nos meten en una sala oscura con una lechuza seca encima de una mesa. Al momento sale una llorando despavorida de allí. ¿Qué le habrá dicho?

Sale el tipo y nos dice que podemos pasar. ¡Cuál es mi sorpresa cuando al ver a la madame me recuerda a la Genera (una del pueblo que es muy rara, con un hijo igual de raro, que estuvieron encerrados en un psiquiátrico por hablar con los collares)!

Madame: Soy Madame Lechuza. ¿Qué queréis de mí?

Ahora entiendo lo de la mesa. La Carol, temblando, y no es para menos. Delante de ella había un lagarto muerto sobre la mesa.

Carol: Señora madame, quiero preguntarle a mi padre por qué se fue así y no le dio tiempo a pedirnos perdón.

Kuka: ¿No sería más práctico que le preguntaras dónde está la llave que abre la caja fuerte de tu salón? Te hará más bien...

La 'madame', mezcla al más puro estilo Aramís, con las uñas largas y con los ojos en blanco.

'Madame' en trance: Hija mía, qué ganas de verte. Nunca encontrarás ese perdón porque nunca te has perdonado a ti misma desde que te pillase en mitad de un camino revolcada con el lechero.

¡Anda la santa! ¡Mira ésta con cara de monja! Yo miraba para el otro lado y con el bolso bien abierto por, si algo me gusta, ponerlo en casa.

'Madame': Hija mía, aquí está muy oscuro. Te encargo una misión: dale a la señora 1000 euros y ve al cementerio a velarme durante una noche.

Kuka: ¿Estás de guasa, tía fea? Ya decía yo que esto me sonaba raro. Vámonos de aquí derechas a la policía. Es una estafa.

La Carol se queda paralizada.

'Madame': Como me denunciéis os mando un demonio que se os comerá por dentro.

La Carol, que se lo cree todo, estaba sacando los billetes del bolso. La cojo del brazo y salimos corriendo. Al salir de allí le pegué un manotazo a la lechuza y se la estampé al tío feo.

Kuka: ¿Pero cómo puedes creer en esas cosas? ¿No puedes acordarte de tu padre como Dios manda, cuando te daba mimos y jugaba contigo?

Carol: Mi padre sólo sabía hacer dinero y comprarme cosas raras, además de pegarle a mi madre. Cuando llegaba a casa, todos acostados y en silencio, muertos de miedo. Cuando pasó lo del camino me internó en un colegio y no vi la luz hasta los dieciséis. Encima lo quiero, es mi padre y quiero que tenga paz.

Kuka: Si quieres te compras una tienda de campaña y velamos a tu padre una noche en el cementerio. ¿Nos traemos a la Puri?

Carol: No, que ésta es capaz de ponerse delante del enterrador sólo con una sábana.

Kuka: Voy a los chinos a comprar velas.

Continuará…

Capítulo XI. El más allá