sábado. 11.05.2024
Las Historias de Kuka

Capítulo XIII. La carta

Querida Julia:
No sé si te llegarán todas las noticias pero esto está que arde. Mientras unos no quieren pertenecer a España, otros, éstos más amarillos, sacan el dinero a espuertas de nuestro país y el aristócrata, cada vez más liado con sus oficios, sentado en un banquillo, la folclórica, alicaída por la que tiene encima, y el colmo es que todo es retransmitido en directo como un partido de fútbol.

 

Menuda tendrás tú también con el lío del de despelote del príncipe y el topless de la cuñada. Yo creo que tiene que haber algún interés en que esto sea así y todos muertos de preocupación por la calle.

Me imagino el asalto a la Bastilla como sigamos así, la gente cada vez más cabreada. Normal, imagino, cuando un Estado es supuestamente de bienestar y se rompe, la gente se cabrea muchísimo.

Por aquí hay un cura que ha dicho que la Virgen ya no quiere flores ahora. Eso sí, alimentos para los que más lo necesitan. Otros dicen que renunciarán a su paga extra para repartirlo porque, eso sí, no son sólo los pobres o los marginados, somos todos. Y por supuesto, sin vergüenza, porque nosotros en el fondo somos víctimas del engaño, antes y después.

Los mayores siempre dicen que se va a liar una gorda. Yo creo que la tenemos encima, en silencio, sin sangre, pero atacando al más débil como una enfermedad silenciosa que lo matará de hambre. Para mí eso sí es un genocidio.

Pensarás que estoy loca al escribirte estas líneas. Pero no llevo ni una taza de té encima. Necesito expresar lo que siento realmente, y la cola del súper no da para mucho, ni para entenderme. Y te escribo a ti porque siempre fuiste una superviviente y una luchadora nata. Eso sí, muy soñadora, y no como yo, ama de casa abatida por la rutina.

En estos momentos me gustaría estar como muchas, en una nube de bótox y de photocall y no enterándome de la película. Eso sí, con el jet privado a punto por si hay que salir pitando.

A Paco cada vez le dan menos portes, y después de los amarillos, se quedará con menos aún. Eso sí, sus amigas han alquilado un microbús para llevarlas de un domicilio a otro. Si a éstas les pasa lo mismo que a los otros no sé qué haremos. Y claro, a mis cuarenta nadie me quiere para trabajar. Ya hasta los abuelos se cuidan solos. Si al menos hubiese una portería que limpiar...

Me gustaría ser la personal shopping de la Carol. Pero no quiere. Ella dice que se apaña sola. O podría hacer alguna oposición a algo aunque cobre poco y me recorten todo lo que quieran.

La Julia está de teleoperadora y no le va mal. Lo que pasa es que se va mala todos los días porque ella es casquivana, no lianta.

Tengo la sensación de no servir para nada. Sólo me he preocupado de criar a unos egoístas, y de ser la criada y madre de otro tío. Me gustaría ser más positiva pero se nos acumula todo. Eso sí, sé que saldrá el sol mañana y todo volverá a empezar. Empezaré a empapelar la ciudad con mis servicios a ver si hay por ahí algún militar retirado con pasta que me coja para cambiarle la cuña.

Querida Julia siempre serás mi Juli, la soñadora.

Tu Kuka (dame fuerzas)

Capítulo XIII. La carta