sábado. 20.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XLII. El Camino

Como la tradición manda, que rueden los santos. Mes de Comuniones, que en tiempos felices se celebraban como bodas reales. De salir por las terrazas, o sentarse en un banco a comer pipas. Tiempo de salir a la calle, aunque sea para criticar a la de enfrente, o meterse con el culo de algún marido chandalero.

Temperaturas agradables, por fin buen tiempecito, las flores más bellas que nunca y los sentimientos se disparan. No hay un solo rincón que no celebre una romería o el famoso Rocío. Todos lo santos paseados por los caminos con el fervor y la devoción de un pueblo lleno de esperanza, por una España mejor.

Antes se sacaban para que lloviese, para paliar enfermedades o acabar con el mal de ojo de algún pueblo maldito. Ahora se pasean con todo el amor del mundo y el respeto que se merecen, pues ellos y sólo ellos dan esperanza, tanta como se necesita.

(Como el marido sólo piensa en el trabajo, servidora va a cuidar a madre unos días, supuestamente, claro.)

Los sin pecaos están preparados para una semana intensa por el camino, y como manda la tradición nos lavaremos  los pies con Coca-Cola, en memoria de las que ya no pueden hacerlo.

Es duro el caminar sin levantar polvo alguno, pues en estos días de todo te puede pasar, hasta engendrar un hijo que a seguro, nunca sabrá su padre si era suyo. Cuando pasemos por el quema, toca bautizo, y La Carol me bautizará como "Kuka amargada del camino".

Y razón no le falta a la pobre, que si a todo saco punta, imaginaros una semana de idas y venidas por los olivos. Y como dinero no tengo, me pego a los que lo tienen, que yo creo que por unos días fuera el mundo no se acabará.

Me da a mi que este año habrá más fieles que nunca por nuestros campos compartiendo lo que tienen con nuestros iguales. Durante unos días los olivares serán nuestra casa y los peregrinos, mis hermanos, y los guapetones que van a caballo, mis amantes. Y no habrá resaca ni pena, pues regadas con buen vino y choto al ajillo, los malos espíritus y los cuervos se van al carajo. Luego el domingo daremos nuestro amor y respeto a la blanca paloma.

Que los pajarracos oscuros se queden peleándose por su dinero. Este año en mi carroza con mis amigas nos vamos al Rocío. A beber y fumar, a cantar y bailar, hasta que el cuerpo quede sin aliento, y seamos rescatadas por algún Romero calesa en mano.

Señores de la Inquisición. ¡Que os den!

Capítulo XLII. El Camino