sábado. 27.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XLVIII. Amistades

Cuando era una criatura mi madre siempre me decía que el mejor amigo que una podía tener eran 5.000 pesetas en el bolsillo, razón no le faltaba. Ahora, España entera está sin amigos. Se supone que un amigo es aquel que te es fiel en todo: compañía, secretos. Fiel como un can que nunca te dejará tirado en la cuneta. Quizás tengamos idealizados a nuestros amigos o también al sentido que tiene la palabra amistad. Un tremendo error si nos damos cuenta de que lo que cuentas en secreto se convierte automáticamente en algo público.

Hay muchos tipos de amigos, que según sea tu estatus saldrán en tu camino. Si tienes dinero, no te faltarán para ocio y demás menesteres. Eso sí, saca la cartera por delante o te quedarás sin ellos. Si eres generoso te tocarán todas las noches la puerta de tu casa para que les agasajes y alimentes, y cuando entras en la cocina aprovecharán para ponerte como un trapo criticando tus croquetas con sabor a fritanga.

Si posees la cualidad de escuchar al prójimo, cualquier oportunidad será buena para contarte todas las penas del mundo y chuparte la energía como los vampiros una noche de verano.

Pero para mí, el peor de todos, es aquél que no tiene amigos, te coge por banda y no te suelta. Halagos y grandezas irán tejiendo una gran tela de araña hasta que te hace suyo, destruye lo que tengas a tu alrededor y encima te mete en la cabeza que sin él estarás siempre solo. Cómo Drácula , te dejará seco. Si en el trabajo ocurre lo mismo estás perdido.

Difícil tarea puesta por la vida, esa de encontrar amigos, los que más convienen y que comparten nuestras aficiones. Sí, ese que tu llamas a las tres de la mañana y te escucha porque no puedes dormir, aquél que te lleva al médico sin pedir nada a cambio.

Para mí y quizás la más importante de las amistades es la generalizada, la que se une en masa para ayudar al prójimo, también la que va al portal a gritar sin desconsuelo para que no te quiten el piso. En esas podemos estar orgullosos, en el trabajo que se hace en unión para el bien común.

Para mí, mi mejor amigo es aquel que con mirarte sabe lo que te pasa, que siente empatía por los demás y que no tiene pelos en la lengua. También es bueno que un buen amigo te tire de las orejas.

Lo ideal también sería que nuestro santo marido fuese un gran conversador y entendedor, pero claro esto roza la utopía o ¿quizás no?. Cuando os acostáis por la noche ¿Lo hacéis con un buen amigo, amante o ambos? o ¿puede que con un perfecto desconocido?

Ahí lo dejo queridos lectores.

Capítulo XLVIII. Amistades