miércoles. 15.05.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XX. El Belén

Hay un rincón en cada casa donde además de hacer ricos platos y viandas se mantienen muy buenas conversaciones arropadas por el calor de la chimenea y la templanza de una madre. Bueno, no es todas, pues en mi caso después de preparar unas lentejas, estas por arte de birle y birloque terminaron pegadas en el techo, así pues me pasé a los fritos y a la comida prefabricada, obligándome a acudir en vacaciones a casa de mi madre a comer algo caliente.

¡Y qué mejor momento para poner el Belén!, e ir descubriendo poco a poco que faltan algunas figuras, otras están desconchadas y las más importantes desaparecieron el día de Nochebuena en el abrigo de algún familiar ebrio.

Pero este año el lío que tengo es monumental, no sé si poner buey y mula, pues estos no constan en el Evangelio. Y qué decir de los Reyes Magos, pues parece ser que son andaluces.

Claro, estos mismos no los venden vestidos de corto, montados en jacas jerezanas, como si se tratase de una peregrinación al Rocio, acompañados por los pastores de gitana. ¡Qué estampa tan dantesca!.

El musgo bien colocado, la nieve en su sitio, aunque allí no nevara nunca, artesanos, agricultores y una larga plantilla de personajes dándole attrezzo al asunto. Yo pondría también una oficina del INEM y una cola larga de figuras en la puerta.

En un rincón, casas de acogida repartiendo alimentos y enseres para la supervivencia, pues sería importante destacar que lo que más relevancia tiene a parte del nacimiento, es la solidaridad tan importante con el prójimo.

En el castillo de Herodes grandes fiestas y Faustos ajenos a los acontecimientos, con buenos coches en la puerta, que van llegando en zigzag hasta lo alto, a los lados los mendigos pidiendo alguna moneda, o un resto de algún canapé.

Lo que sí tengo claro, y esto muy dispuesta, es con el caganer, y quedará desterrado hasta que no dejen de meterse con mi amada patria.

Bueno, este planteamiento está casi listo, imaginaros las caras de las viudísimas al verlo, cuando vengan a comerse la bandeja de polvorones y el chupito de anís.

Caen las diez y todo está diferente, casi no hay luces y el árbol por que ya estaba plantado que si no, ni eso.  Arropada por una candela y una madre que me mira de reojo, por el guirigay que le voy a montar en el salón este año.

Madre de Kuka: hija mía, como pongas todo el Belén que tienes pensado lo vaas a pagar con la parte de tu herencia.

 

 

Capítulo XX. El Belén