jueves. 28.03.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XXIII. Éste ya se va, ¡por fin! ¡Ahí lo llevas Mari!

El brillo de una lentejuela, las burbujas del champagne y las uvitas preparadas en una bolsita con un lazo rojo y verde. Rojo del amor y verde de la esperanza.

¿Esperáis que os cuente alguna aventura con las mamarrachás de mis amigas? Pues no.

¿Alguna frustración o queja de lo mal que está la sociedad y que estamos pagándolo con creces? Pues tampoco.

¿Que nos han robado, vendido la burra y ésta, además, está coja? Menos aún.

¿Que nos vamos al banco de alimentos y luego unas cañitas? Me da igual.

Esta noche con mi mejor moño de dos pisos y los tacones repintados, ¡a la Puerta del Sol! Arropada por la “Ingardiburu” esa, en un balcón me tomaré las 12 uvas, y como no podré comerlas y pensar a la vez, he escrito mis deseos en un papelito, guardado en el sostén al lado del corazón.

Porque cuando den las doce dejaré atrás todos los marrones que me ha tocado comerme este año. ¿Que el que entra es peor? Pues nada, a celebrarlo y a darle a la botella por si el siguiente no puedo.

Un montón de gente a mi alrededor, cada uno con sus deseos y su historia, juntitos todos dándonos calor, saltando al unísono con el mismo fin, divertirnos.

¿Que me tocan el culo? Pues nada, eso que se lleva una.

¿Que se mosquea Paco? Pues nada, que toque él también. Eso sí, como se me presente con una peluca o un gorro con trenzas, le pido el divorcio.

Después tocará resaca, la calle estará muerta y seguro que nos tragaremos tres horas de “Lo que el viento se llevó”. Y como siempre, me gustaría ser una Scarlett O´Hara cualquiera con el poder de superarlo todo a base de manipulación y sangre fría.

Los hijos dormirán catorce horas y mi Laurita se tendrá que quitar el maquillaje con una lija. Paco tirado en el sofá con el pijama medio roto que tiene, aclamando al cielo un caldito calentito para paliar todos sus males. Servidora ya compró dos tetrabrik, y le contaré que lo hizo mi madre para este día.

No pienso pisar la calle para sufrir en mis carnes el paso del tiempo y que ya nada sienta igual. Así aprovecho para empezar a mentalizarme, pues la que viene de camino es poca.

A pesar de todo lo que realmente me importa es que con estas líneas nos riamos un poco de la vida.

Gracias por aguantar a esta pesada, que le saca punta a todo y con su visión particular del mundo que le rodea.

Toca el brindis cargado de mis mejores deseos para todos ustedes y le pido a la jefa que me deje un poco más. Pues sin saber cómo sois los que me leéis os tengo ya un cariño especial a todos.

Estoy algo borracha, pero de AMOR. ¡A disfrutar, mi arrrma!

Capítulo XXIII. Éste ya se va, ¡por fin! ¡Ahí lo llevas Mari!