miércoles. 24.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XXXIII. Mentira

El mentiroso, aquél que oculta la verdad o la deforma para beneficio propio, también para ocultar alguna debilidad. Hay quien manipula al prójimo con engaños, tretas y demás, como cuando mi prima Sole decía que al caerse de una bicicleta perdió su virginidad, o aquel tendero que le echaba piedras a los garbanzos para que pesaran más.

  Y si tiramos de la manta descubrimos que casi todo lo que nos rodea es mentira, pero claro, ésta tiene un fin, el beneficio propio, y si la mentira va cogida de la mano con el miedo, ya ni te cuento.

Una tarde llamaron a Gloria ofreciéndole gratis un robot de cocina, y ésta, muy tonta, se fue a un hotel y compró cuatro mantas y dos enciclopedias. Eso sí, el robot le salió un poco más caro, pues al enchufarlo ardió la casa y se quedó sólo con lo puesto, y en un alarde de soberbia dijo que le vino muy bien el desastre para reformar la casa.

O mi Carol, que se paseaba por Salamanca pavoneándose como una Lomana y descubrimos que era amiga de una china que se lo pasaba todo bajo cuerda en el almacén de un polígono industrial.

Eso sí, mi Puri si te dice que se ha acostado con el conductor del metro, es cierto, creedla.

Paco me miente cuando dice que viene directo del trabajo y huele a pollo frito, o Laurita que no bebe después de traerla los amigos y dejármela tirada en el portal hasta que se le pasa la borrachera, o peor, cuando me cuenta que ha dejado los zapatos por ahí esperando a un príncipe que se los traiga de nuevo.

Hasta mi perro me miente cuando hace sus cosas en las macetas y después las entierra para que no vea nada. Pero la verdad sale a flote cuando voy a trasplantarlas.

Pero no quiero contaros las verdades de otros niveles, pues estas no existen, pero nos las creemos todas.

La Sole siempre cumple cincuenta, y siempre es maltratada por su marido, y éste no cuenta que es ella la que lo tiene firme.

Las que dan voces por megáfonos me ofrecen las frescuras de sus productos y cuando llego a casa las pescadillas se van solicas a la nevera.

El doctor de mi pueblo siempre recetaba Frenadol para todos los males, y cuando alguien se moría era por causas naturales hasta que se descubrió que iba a comisión y por cada baja por depresión se iba a Cuba. ¿A qué? Pues a mentir a su mujer y a las cubanas con la edad y su estado sentimental.

Una tarde paseando por el parque alrededor de un olivo había una multitud rezando, se apareció la Virgen a una señora que era ciega, y cada vez que olía a rosas otra vecina echaba ambientador al lado de la ciega por el agujero de un bolso. Lo peor de todo esto es que cuando sacaron los cuartos a los seguidores de la Virgen, se fue a otro olivo.

Mis primas venían de Alemania todos los veranos con bonitos Mercedes y alardeando de sus riquezas, aunque estos fueran de tercera mano y durmiesen todos en un barracón al lado de una fábrica, eso sí, como aquí no había nada pues todo nos sorprendía.

¿Por qué cuento esto? Porque quiero echar un vistazo a todo lo que me rodea y a lo más Agatha Christie descubrir las verdades o mentiras de mi alrededor. No sé muy bien para qué, pero estoy aburrida porque no para de llover y el té no me hace efecto esta tarde.

Lo mismo no soy quién creéis o quizás os sorprenderíais al saber la verdad.

Vuestra Kuka

Capítulo XXXIII. Mentira