viernes. 29.03.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XXXII. Todo gratis

No hay nada más hermoso que tener una amiga con cuartos que se presente en casa con tres visones y bolsas de Loewe vacías.  Invitadisimas al Palacio de Congresos, dispuestas a llenar todo lo que quepa dentro de ellas.

Kuka: Puri, no quiero ni pensar qué no llevas debajo del abrigo.

Peleándonos como las alimañas y comiéndonos todo lo que encontramos a nuestro paso, vamos como el huracán que asoló Nueva York. Pósters, camisetas, tapas gourmet, y la Puri perdiendo el tiempo con los seguratas.

Carol: Con discreción, chicas. Gloria, deja en paz a esa señora que no es de ningún stand.

Kuka: ¿No veníamos a la semana de la moda?

Carol: No, venimos a ayudar a nuestras economías familiares. Poneros las pilas y al tajo que vamos a recorrer todas las promociones de Madrid.

Puri: Yo soñaba con la pasarela. Imaginad que una modelo se tuerce un tobillo montada en unos Manolos, y me cogen a mi.

Kuka: Sigue soñando, guapa, que la pasarela no es para ciegos.

Puri: A mi no me hundís. Seguid llenando las panzas, que yo lo haré con la agenda.

Una avalancha se precipita sobre una azafata con unas aceitunas. A la pobre no le dejan ni la cofia.

Después de un ataque de ansiedad y varios metros colapsados, sigue nevando. Con los pelos como las locas entro en casa.

Laurita: Madre, ¿vienes de la guerra o qué?

Kuka: Más o menos, hija. Y digo yo, ¿para que querré panfletos del Caribe si no podré pasearme como Belén Rueda por sus playas? Hoy de cenar pondré popurrí a toda prisa sacados de sendos tupper.

Todos sentados alrededor de la mesa, mis ninis devoran todas las delicatessen que hemos hurtado en la feria, mirando atentamente la salida del Papa, la entrada del duque a los juzgados y la próxima operación del Rey.

Me doy cuenta de lo afortunada que soy al vivir este momento tan histórico e irrepetible y lo mejor, con mi familia, aunque nos comuniquemos poco, pero seguimos unidos.

Suena el teléfono y Paco nos cuenta que tardará más en venir pues están cortadas todas las carreteras. Que no me preocupe de nada, que no está solo. Espero que la compañía esté vestida. Aunque no desconfío de él, no me fío de las faldas cortas de sus amigas.

Laurita: Madre, ¿qué te preocupa?

Kuka: Los muslos de las rumanas tiradas en la carretera dentro del camión de tu padre.

Laurita: Dos ave Marías, tres padres nuestros, y a esperar a que el cónclave estrene papa y encomiéndate a él, madre.

Kuka: Que se encomiende el aristócrata, y el suegro, que la princesa está echando más leña al fuego.

Laurita: ¿Quién? ¿La princesa del pueblo?

Kuka: No, hija, esa está muy ocupada en salir por la noche con los jugadores de fútbol. La que yo digo es la de los elefantes. Es como una matahari del siglo veintiuno.

Laurita: ¿Y si el próximo Papa es negro?

Kuka: Pues nada, hija, que hará buen contraste con el blanco de la túnica.

Con el Orfidal en la mano y la botella de té en la otra, no sé por qué  decidirme. ¡Tanta sensibilidad me está matando!

Capítulo XXXII. Todo gratis