viernes. 19.04.2024

Al igual que la carrera supone el gesto habitual en un gran número de deportes, la marcha (caminar) supone el gesto diferenciador y dominante para deportes como el senderismo. La diferencia con la marcha normal sobre el terreno llano estriba en los constantes cambios de planos y de pendientes que sufre tanto el pie como toda la pierna, es decir, el deportista debe adaptar todo el cuerpo, velocidad de desplazamiento, entre otros aspectos; a las diferentes angulaciones del paisaje. Es frecuente que el miembro inferior del senderista tenga que adaptarse a caminar sobre planos ascendentes o descendentes, por esto, algunas de las articulaciones del pie pueden colocarse en posiciones extremas, no naturales en la vida diaria, o en cualquier otro tipo de deporte.

Son actividades de larga duración en las que se puede producir lesiones y patologías de diferentes tipos y orígenes; tales como por el sobreuso de las estructuras óseas y musculotendinosas, por el uso de un calzado inadecuado para este tipo de deporte o de mala calidad, accidentes, problemas de altitud o por reacciones al sudor, entre otras. Por todos estos factores y por otros difíciles de prever, estos deportistas deben realizar las actividades en grupo y tener cierto conocimiento orográfico de la zona. Podríamos considerar este el primer consejo para una actividad de senderismo sin contratiempos.

Es de vital importancia elegir un calzado adecuado para la práctica del senderismo, pero el cuidado de los pies no se restringe únicamente a la elección del calzado. Existen otros aspectos muy importantes y que debemos considerar. Empezando por una correcta higiene de los mismos y un corte correcto de las uñas, pasando por la elección de unos calcetines adecuados, hasta los cuidados a aplicar en los pies una vez terminada la ruta.

Antes de la ruta debe realizar un cuidado diario constante. Hidrate la piel a diario, pero no confundamos una piel hidratada con una piel mojada. La hidratación debe realizarse con cremas de urea o vaselina, por la noche antes de ir a la cama. Mantendrá los pies hidratados y dará la elasticidad suficiente a la piel. Si es habitual la hiperhidrosis o exceso de sudoración, use productos secantes específicos para los pies (tipo polvo), entre el pie-calcetín y el calcetín-calzado. Y por supuesto seque bien los pies, sin olvidarse de la zona entre los dedos, antes de ponerse el calcetín.

En caso de no cortar bien las uñas o de lesiones dérmicas previas, como helomas, hiperqueratosis (callos y durezas), entre otras, acuda al podólogo para poder realizar la ruta en las mejores condiciones posible.

También hay que tener ciertas consideraciones durante la ruta. Nunca experimente, ni use por primera vez zapatillas ni calcetines que no haya usado previamente, para asegurarse de que no presentará problemas durante la marcha. La bota o zapatilla debe asegurar una sujeción y amortiguación adecuadas, para salvaguardarse de no sufrir esguinces, metatarsalgias o fracturas de estrés. Si nota los pies húmedos por el sudor, cambie de sus calcetines por otros secos. Puede usar apósitos hidrocoloides tipo coompeed en zonas de roce y presión para prevenir la aparición de alguna ampolla o rozadura.

Después de la ruta inspeccione minuciosamente el pie para encontrar cualquier lesión dérmica y aplicar el tratamiento necesario. Estire bien toda la musculatura de la pierna; y del pie, movilizando todas las articulaciones aplicando un masaje, sobretodo en la planta. Para relajar los pies, sumérjalos en agua fría durante 5 minutos, aprovechando así las cualidades antiinflamatorias y antiedematosas del frío. Después lávelos con agua templada.

El senderismo puede ser un placer deportivo y paisajístico que no debería convertirse en un tormento por problemas que se pueden evitar con unos cuidados muy diarios y simples.

Consejos podológicos para senderistas.