Es aplicada, estudiada científicamente y por ello reconocida como una manera efectiva de reducir el estrés, aumentar la autoconciencia, reducir los síntomas físicos y psicológicos asociados al estrés y mejora el bienestar general.
Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar
Este tipo de atención nos permite aprender a relacionarnos de forma directa con aquello que está ocurriendo en nuestra vida, aquí y ahora, en el momento presente. Es una forma de tomar conciencia de nuestra realidad, dándonos la oportunidad de trabajar conscientemente con nuestro estrés, dolor, enfermedad, pérdida o con los desafíos de nuestra vida. En contraposición, una vida en la que no ponemos atención, en la que nos encontramos más preocupados por lo que ocurrió o por lo que aun no ha ocurrido, nos conduce al descuido, el olvido y al aislamiento, reaccionando de manera automática y desadaptativa.
La atención plena nos ayuda a recuperar nuestro equilibrio interno, atendiendo de forma integral a los aspectos de la persona; cuerpo, mente y espíritu. Practicando la atención plena desarrollamos una mayor capacidad de discernimiento y de compasión. La práctica de esta atención abre la puerta hacia nuevas posibilidades, nos trae al aquí y al ahora, nos invita a vivir una vida de manera plena y en el presente.
¿Puedes dejar de pensar un momento?
La mente no para de embaucarnos en miles de historias: analiza, juzga, busca soluciones, critica, va a al pasado o se reconforta pensando en un futuro que le agrade, salta de una cosa a otra, divaga, se distrae, no se centra en nada en particular, oscila siempre entre el apego y la aversión. Mientras tanto, nos estamos perdiendo el Presente= regalo, lo único que hay, este momento.
Pero ¿Cuál es la herramienta para no perderme el Ahora? La Atención, Presencia, Consciencia, Testigo, diversas formas de referirse a lo mismo.
Al desarrollar la Atención consciente, te sitúas en un plano detrás de los pensamientos y sólo entonces empiezas a tener la posibilidad de manejarlos.
Actitudes básicas que constituyen el soporte de la práctica de la atención consciente:
Apertura, curiosidad, verlo todo como la primera vez (mente de principiante).
No juzgar, valorar ni reaccionar a la experiencia.
No esfuerzo; no resistencia; fluir.
Aceptación, ver las cosas sean como son en el presente; no oponerse ni rechazar lo que se experimenta.
Soltar; no aferrarse; ceder; dejar ir.
Paciencia.
Confianza.
Cuando practicamos la atención consciente no tratamos de lograr nada, ni de estar en algún otro lugar distinto al lugar y al momento en el que realmente estamos. Cuando practicamos la atención consciente, sin embargo, lo hacemos sin ningún tipo de expectativa u objetivo en mente. Simplemente practicamos. Simplemente estamos siendo.
Y sin embargo obtenemos BENEFICIOS como:
Reducción de las distracciones y el aumento de la capacidad de concentración.
Minimizar los efectos negativos del estrés y la ansiedad.
Reducción del sufrimiento.
Conciencia y conexión con uno/a mismo/a, con los demás y con todo lo que nos rodea.
Capacidad de autoobservación y autoconocimiento.
Aceptación de la realidad tal y como es.
Sensación de presencia y de disfrute del momento presente.
Reducción de los automatismos.
Capacidad reflexiva y reducción de la impulsividad.
Equilibrio y armonía física, psicológica y emocional.
Serenidad, calma y paz.
Rasgos distintivos de la mente:
Insatisfacción profunda: siempre está insatisfecha, y buscando cosas nuevas que la entretengan.
Deseos infinitos: anhela lo que no tiene y menosprecia lo que ya posee.
Tendencia a pensar en forma negativa.
Se debate entre lo que le agrada y lo que le desagrada. Es víctima de la frustración, la insatisfacción y el aburrimiento.