domingo. 05.05.2024

¿Tiene la Justicia que meterse a valorar qué es el Arte? Puede que las imágenes sean innecesariamente de mal gusto e indecorosas por el afán de provocar, pero no hay ilegalidad en la expresión artística, en mostrar una estética no convencional.

Una pequeña precisión lingüística: cuando se habla de abusos sexuales a menores se habla de Pederastia o bien de Paidofilia (pedofilia, aunque miles de periodistas lo escriban miles de veces creo que solo significa amor a los pedos).

La paidofilia es una de las mayores preocupaciones de la sociedad en torno a la sexualidad. Da un miedo terrible y provoca el rechazo de manera casi inmediata. El delito más inquietante: no se concibe peor situación que la intromisión en el normal desarrollo de la sexualidad del niño/a, en su intimidad, por lo que se convierte en una obsesión para la sociedad actual.

La sociedad procura proteger al niño/a del abuso, si se produce, por una persona significativamente mayor. El abuso se incrementa cuando este es incestuoso o es realizado por una persona con algún tipo de autoridad sobre el menor. Esto se agravaría con los niños más pequeños o con algún tipo de deficiencia.

Repasando donde están los límites legales en España (límites que se está estudiando cambiar) sobre estos conceptos encontramos que, la situación de adulto se alcanza a los 18 años a todos los efectos, la edad mínima para mantener relaciones sexuales se considera 16 años, aunque si no se demuestra que hubo engaño y que existe mutuo consentimiento a los 13 años.

Estos márgenes que pueden aparecer tan amplios no se corresponden con lo socialmente establecido ya que se podría dar el caso de un/a adulto/a llevado a juicio por mantener relaciones sexuales con un/a menor,  por ejemplo, si se valorase que hubo coacción para conseguir un empleo, si se engañó en la edad real, si interviene el pago con dinero o especies a cambio de las relaciones,... Léase igualmente que puede ser en la otra dirección: el adulto es engañado, coaccionado, presionado,... por el/la menor. Esta es la triste situación cuando se produce el conflicto.

Esta actual obsesión puede llevar a que en el exceso de celo en la protección al menor se  acuse de pederastia por llevar unas fotos de tu hijo desnudo a revelar. El dependiente de la tienda de fotografía denuncia a la policía que le han llevado unas fotos de pornografía infantil. O puede que una profesora denuncie a un padre porque su alumna le comentó que se baña habitualmente desnuda con él.

No hay conclusiones definitivas sobre el modo en que, niños y niñas, viven este tipo de experiencias. Algunos no lo viven en absoluto como una experiencia traumática, desagradable y dolorosa, mientras en otros muchos sí se observa una vivencia intensamente estresante y negativa.

La dirección que toman las posibles consecuencias intervienen diversos factores como son la edad, relación previa con el adulto, educación, carácter de esas relaciones,... y en gran medida la respuesta del entorno familiar y social a la hora de enfrentar el conocimiento de los hechos.

Y es este hecho fundamental de que el antiguo “hombre del saco” haya sido sustituido en la sociedad actual por el pederasta, el que nos da la pista sobre la obsesión social en el tema. Obsesión que no ayuda sino que perjudica a las víctimas. Que no disuade sino que fomenta agresores. Que ensucia, degrada la erótica y asocia peligro a la sexualidad. Cuando la sexualidad no es algo de lo que defenderse sino una característica que desarrollar en la personalidad del niño/a, y la erótica algo que cultivar.

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Inocencia Perdida