sábado. 27.04.2024
MODA Y SALUD

Papá

Cuando un niño entra en escena, la vida sufre cambios y modificaciones. Previo a la llegada del bebé podíamos permitirnos ser pareja, mujer, hombre, trabajador/a, amigo/a, hijo/a… El bebé nace, y todos esos roles parecen aglutinarse en dos: padre y madre. Las mamás sufren un cambio radical. Laura Gutman lo explica muy bien: “Las mujeres nos encontramos en lugares que no habíamos dispuesto para nosotras mismas, nos sentimos afuera del mundo, solas, exageradamente demandadas, desgarradas entre permanecer en los lugares donde habíamos forjado nuestra identidad, o pendientes de las necesidades del niño pequeño”. Los hombres parece que no es encuentran en esta tesitura. 

familia de tres

Pero la realidad es que pasan por un proceso similar. Tienen que reencontrar su lugar no solo en la familia, sino en la pareja, en la familia extensa, y en este nuevo contexto social. Aquí entran en juego los aprendizajes familiares, el inconsciente, las renuncias, las necesidades… Ser papá conlleva integrar un nuevo rol en la vida, compatibilizándolo con los anteriores, y redistribuyendo los espacios y los tiempos. Esto conlleva renuncias y gratificaciones.

A veces los papás en esta búsqueda de su nueva identidad pierden de vista la importancia de su presencia, no solo en los primeros años de vida del bebé, sino en esta nueva configuración familiar. Y es que el papel de la mamá es incuestionable. Pero ¿y el del papá?

Los papás son el soporte de la maternidad. Las mamás adquieren un papel prioritario en la crianza los dos primeros años de vida: lactancia, contención, soporte emocional, compromiso… pero ¿quién sostiene a esa mamá? Pues papá. Si no tiene ese sostén, mamá tiene que echar mano de otros. Cuando un bebé viene al mundo los hombres a veces se sienten desplazados, fuera de foco, secundarios. Pero realmente sin su presencia, las cosas serían más complicadas.

Llega un momento en el desarrollo, que los bebés comienzan a “ver” a papá. Realmente los bebés pueden identificar la voz del papá a los 8 meses. Pero no es hasta el año y medio dos años, cuando papá es significativo para el bebé. Hay una figura ahí que permanece, que está, que le cambia pañales, que abraza a mamá, que me sostiene en brazos…Y esta figura es importantísima en su desarrollo. Entre otras cosas, papá me permite entender que mamá no es propiedad privada y exclusiva. Que yo bebé soy una personita separada de mis padres. Que no soy exclusiva. Que somos tres y que hay momentos donde yo no puedo estar, relaciones en las que yo no puedo entrar… Aquí nuestro peque sigue aprendiendo a gestionar frustraciones, interioriza relaciones, y se sigue formando como persona.

Pero lo más importante es seguramente que mamá y papá son diferentes. Y la forma en que las mamás y los papás nos relacionamos con nuestros hijos, es diferente. Estas diferencias que se observan ponen en relieve que papá y mamá son complementarios y necesarios para el correcto desarrollo de los hijos.

Para que los papás puedan ser papás comprometidos en la vida familiar, necesitan dos cosas: flexibilizar el trabajo para tener libertad suficiente para ejercer de padre, y que mamá le apoye. 

No hay una sola forma de ser padre. Cada uno tiene la suya. Pero todos deberían tener clara una cosa: su compromiso y su presencia en la familia es fundamental. La relación que establezca con su familia, con sus hijos y con la mamá. No se trata de cuanto más inteligente, masculino, divertido… sino que las relaciones que se construyan sean contenedoras, den seguridad y sean recíprocas.
 

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