sábado. 27.04.2024

Para ello, primero hay que tener en cuenta cuáles son las necesidades nutritivas de los más pequeños. Naturalmente, son más elevadas que en otras épocas de la vida porque además del gasto energético para mantener el metabolismo basal y el ejercicio, el niño tiene que asumir el aumento progresivo en peso y en estatura. Necesita más calorías en proporción a su preso y, por tanto, estará más expuesto a padecer carencias y desviaciones, que en época de desarrollo y crecimiento puede repercutir en su salud.

Así, necesita un aporte de calorías más elevadas que en el adulto, es decir, entre 100 y 110 calorías por kilogramo. También necesita un aporte de proteínas más elevado, esto es, entre un 1,2 y un 1,6 gramos por kilogramo. Eso se complementa con necesidades más altas en hierro, calcio, vitaminas, micronutrientes y oligoelementos.

Por eso, a la hora de elaborar un menú infantil hay que tener en cuenta algunas pautas.

En el desayuno es importante incluir siempre lácteos, como leche, yogur o queso, cereales como galletas, copos de trigo y maíz, y fruta, entera o en zumos. 

En las comidas debemos mantener a diario la presencia de alimentos de origen vegetal, como legumbres y verduras, utilizar aceites vegetales para la preparación de los alimentos, utilizar poca sal y especias, añadir fruta al postre, beber agua durante la comida, alternar carne, pescado y huevo como aporte de proteínas de origen animal y cocinar los alimentos para presentarlo de forma agradable al niño. 

En la merienda hay que incluir lácteos, fruta y bocadillo de pequeño tamaño.

Y en la cena incluiremos aquellos alimentos que no hayamos introducido en la comida para equilibrar la dieta diaria. Pero será de menor cuantía que la del mediodía, con alimentos más ligeros y puede estar acompañada de leche.

La importancia de una dieta equilibrada y sana en las edades más tempranas