martes. 30.04.2024

Las chanclas o zapatillas de dedo no son un calzado totalmente desaconsejado para su uso, simplemente hay que ser consciente de los problemas que puede acarrear su uso abusivo o inadecuado y evitarlo en la manera de lo posible.

Está claro que es un calzado fresco y adecuado para usos cortos (nunca en largas caminatas, correr o para conducir) y que no requiera mucha deambulación, en suelos llanos que no sean resbaladizos y cuya temperatura no sea muy alta, ya que al tratarse de zapatillas con suelas demasiado finas, obliga al pie a estar en contacto directo con las elevadas temperaturas del suelo.

El grosor de la suela tampoco ofrece la suficiente  amortiguación al andar, por lo que aparecen microtraumatismos en la zona del hueso calcáneo (talón) que ocasionan inflamaciones como la fascitis plantar, que puede derivar en la aparición de otra condición de mayor importancia como es el espolón calcáneo.

El pie queda expuesto al calor y a la sequedad del ambiente, y en zonas como el talón se observa un gran aumento de la proliferación de durezas provocadas por la falta de hidratación de la piel. En sus formas más graves aparecen grietas en el talón que pueden infectarse. También se debe tener precaución con objetos o elementos que puedan causarnos daños (tales con cristales, aceras, tropezar, etc.) por la falta de protección del calzado cerrado.

Otro de los grandes problemas de este tipo de calzado es su carencia de sujeción al pie. En demasiadas ocasiones la única sujeción es una tira entre el primer dedo y el segundo que producen heridas y que además deja al resto del pie sin sujeción, provocando un cambio en la manera fisiológica de caminar, aumentando el cansancio general. Los pasos se vuelven más cortos y se fuerza más el tobillo, la perdida de estabilidad incita una flexión en los dedos para aumentar la sujeción a la suela de la zapatilla y la estabilidad de la marcha. El músculo se queda contraído de tanto “apretar” los dedos para que la chancla no se “escape”, y acompañado del uso abusivo y diario puede acarrear deformidades digitales más graves como son los dedos en garra.

Teniendo en cuenta todos los inconvenientes anteriores, se puede describir la zapatilla veraniega ideal como aquella que ofrezca la mayor sujeción posible en el tobillo y en todos los dedos por un velcro, sin olvidar la ventilación. Además siempre con una suela que facilite la amortiguación, que sea antideslizante y con un poco de altura, nunca totalmente planas. Que esté fabricada con materiales transpirables y con una forma anatómica.

Mucha precaución con el uso de chanclas en verano