viernes. 26.04.2024

Todos en algún momento, hemos visto la tierna imagen del bebé en su cuna, gesticulando , incluso sonriendo a un punto fijo en el que aparentemente no hay nada. Hemos escuchado, leído, historias sobre amigos imaginarios con los que algunos niños han compartido parte de su infancia. Este es el caso de Elena.

Elena era una niña de dos años cuando empezó a contar cosas, era muy espabilada, parlanchina para su edad, era una niña madura y muy alegre. Por las noches, cuando se acostaba, los padres la escuchaban hablar, al principio no le dieron importancia, porque se dormía enseguida. Pero una noche Elena despertó a sus padres llorando y pidiéndole a una tal Marta" que la dejara en paz, que no era hora de jugar y se quería dormir. Los padres fueron a su habitación a ver que le pasaba, y ella les explicó enfadada que los niños querían jugar y como ella no quería porque tenía sueño, Marta le había tirado del pelo. Los padres trataron de calmarla, y sólo lo consiguieron cuando regañaron a "Marta" por lo que había hecho... la dejaron dormir y trataron de no pensarlo demasiado.

 "Marta" y "El Niño" eran parte de la familia, la niña hablaba con total naturalidad de ellos, preguntaba por qué no comían nunca con todos, y le extrañaba mucho, incluso la enfadaba que "El Niño" no le dijera como se llamaba. Para los padres no eran conversaciones fáciles de manejar, pero la escuchaban, e intentaban desviar la conversación.

 Otro día Elena sorprendió a todos  contándoles tan contenta que ¡ hoy también había estado la señora! 

- ¿ Qué señora?- preguntó su madre

- Pues la mamá de " Marta" y "El Niño"!

Una tarde la niña cogió a su madre de la mano y la llevó corriendo al pasillo, se paró y se puso a contarle a la nada que ésa era su mamá. Cuando la madre le preguntó con quién hablaba ella contestó que con "La Señora", contestaba entre contenta y vergonzosa, como si realmente hubiera alguien más a parte de su madre.

No eran pocas las veces en las que los padres iban andando normalmente por la casa y la niña les advertía que tuvieran cuidado que le iban a dar a "La Señora" que estaba detrás, ¡le chocáis! decía...

Como es normal, seas creyente o escéptico no quita para que  un hilo de incertidumbre recorra tu cuerpo cuando escuchas a una niña, ya de unos 4 años ,decirte este tipo de cosas.

Un día dejaron de estar, y por mucho que Elena los esperaba, no volvieron a aparecer. Elena había crecido. Hay testimonios de padres que aseguran que sus hijos olvidaron estos episodios "extraños" , que no recuerdan nada. Elena por el contrario recuerda todo y asegura que ella no imaginaba nada. Quienes conocen a Elena me cuentan que es una niña especial, con cierta facilidad para lo espiritual.

Yo no sé si como afirman algunos, los niños vienen con su tercer ojo abierto (chakra en el centro de la frente) y este les permite estar en conexión con otros planos existenciales. No sé si la sociedad nos va enturbiando a medida que crecemos ( aunque tengo mis sospechas ) y esto nos hace alejarnos cada vez más del mundo espiritual del que procedemos. Ni siquiera ser si todo está en la mente del niño y la imaginación hace milagros. De lo que sí estoy absolutamente convencida es de que la inocencia, pureza, imaginación de un niño, deberíamos protegerlas como si de un tesoro se tratara, mas bien, la sociedad debería ser consciente del tesoro que son, en lugar de encorsetar mentes, cortar alas, amaestrar gustos y futuros al paso de la fila india.¿ Acaso hay algo más divertido que salirse de la fila para saltar en el charco?

Los niños y el misterio