jueves. 25.04.2024

Se acaba el año y vivimos estos días especiales en los que se celebra la Navidad. Tiempo, sobre todas las cosas, de esperanza. 

Y a eso venimos. A hablar de esperanza. Más allá de buenas palabras y deseos, en Valdepeñas necesitamos esperanza. 

Ya hemos hablado en otras ocasiones de las paredes de plomo del Ayuntamiento de Jesús Martín. Y de su quehacer de plomo, también. Quehacer en el que la gloria propia y para allegados se combina con mano férrea a la hora de conceder prebendas. Hemos denunciado en otras ocasiones el uso que se hace del empleo público como cheque para la compra de voluntades y cómo no se duda en saltarse a aquel que en Justicia merece trabajar, si es necesario. Se sobrevalora a quien no lo merece y se causan daños a los que sí lo merecen. Y no es una opinión: Los tribunales se han pronunciado más de una vez al respecto. Sólo la Justicia ha parado estos desmanes, pues entre las alfombras nadie se ha atrevido a alzar la voz. 

Frente a esta oscuridad, ofrecemos esperanza. Un uso racional, decididamente transparente, bajo los criterios constitucionales establecidos en el Artículo 103 del Título IV de la Constitución Española, de mérito y capacidad. Así se defiende la Constitución. Así se defiende al pueblo soberano del que emana la soberanía nacional. Cuando se falta de manera tan gruesa esos principios y sólo se te paran los pies en los tribunales, no hay eÑe ni rotonda que tape tus vergüenzas. Parafraseando a alguien, la Constitución española está para dejarse la piel por ella, no para vivir de ella. Ésas, y no otras, serán las directrices que rijan a partir de mayo en el Ayuntamiento de Valdepeñas. Apostando por el trabajo estable y no por la precariedad de empleos de 6 meses. 

También caerá el velo de plomo sobre cómo y de qué manera se gestiona el dinero de las valdepeñeras y valdepeñeros. No nos merecemos un portal de transparencia que es una burla. Nos merecemos un portal de transparencia ambicioso, en el que se puedan consultar las facturas y los presupuestos abiertos a toda la gente, de manera visual e interactiva. Que asegure una relación con la ciudadanía dinámica y abierta, absolutamente natural. Así lo han hecho diversos Ayuntamientos del Cambio y así se hará también en Valdepeñas. De este modo, la gente podrá comprobar que el cese de los desmanes, gastar cientos de miles de euros en rotondas, letras y esculturas de amiguetes, mientras el Hospital se inunda a poco que llueva o si llueve se inunda La Molineta, víctima de supuestas condensaciones que sólo tienen lugar con esas lluvias. El dinero se gastará en el mantenimiento y adecuación de las dotaciones existentes, mediante presupuestos participativos y transparentes en los que la ciudadanía de Valdepeñas tenga voz. Se acabaron las dotaciones absurdas como un pabellón de pelota vasca que se debe usar para acampadas de verano o como simple gimnasio. Se acabó dotar de instalaciones municipales tan sólo a aquellos barrios que son granero de votos, algunas de ellas que prometen ser tan absurdas como el citado pabellón. Se acabó el pan y circo de engreídos emperadores que visten un traje que sólo ellos ven.

Y lo haremos siempre del lado de la gente: No estamos aquí con el fin de perdurar, ni de ser senadores o medrar en la vida política. Queremos tener fecha de caducidad, volver a nuestros trabajos y nuestra vida de gente normal cuando nuestro servicio a la ciudadanía termine. Para ello está nuestro firme compromiso de limitación de mandatos. Queremos ser de verdad los representantes de las valdepeñeras y valdepeñeros, en el más profundo sentido de la palabra. Seremos sus instrumentos, y no sus tutores, como si no hablásemos de una sociedad adulta y madura. Lo haremos a través de un programa participativo “Habla Valdepeñas, Habla”, en el que todas y todos puedan aportar su visión, sus inquietudes, sus soluciones, para hacer de esta ciudad la ciudad amable, cálida, abierta, eficaz, orgullosa y próspera que se merece ser. Y no terminará con depositar un voto en una urna: La relación de la ciudanía con sus representantes no puede cesar ahí. Se debe mantener, regar, abonar y cosechar a cada momento. Puertas abiertas, corazón abierto. 

Queremos ser aire puro en las viciadas estancias del edificio de las paredes de plomo. Vivir en las calles junto a la gente, tomar el pulso a la realidad en cada parque, sentir la queja en nuestros oídos, ver las sonrisas en las plazas. Hacer, de cada uno de nuestros días futuros, a partir de mayo, un día de Navidad. 
PODEMOS.

2019, tiempo de esperanza