sábado. 20.04.2024

Apuntes junto al Mar de la Memoria

En este vivir acelerado, cuando la prisa nos impide tantas veces saborear lo que fue y es esencial en nuestra existencia, resulta esclarecedor y sosegante recuperar un tiempo en el que imágenes, sentimiento y palabras crecieron como un mar interior que nos fue modelando y perduran en la memoria con ese marco imborrable que la poesía va tejiendo.

Quizás sus otras profesiones en la radio y en la enseñanza, fueron iniciando en Ruiz L. de Lerma la necesidad de contemplar gestos y paisajes de otra manera al arroparlos con el sentimiento que nace a cada instante de nuestra vida fragmentada y tantas veces difusa, tal como percibe en su adiós al verano, cuando acaba septiembre y desde la terraza de un café siente que la vida se deshoja de tiempo marinero, distinto de ese otro 4 de septiembre que en Chile se vuelve cementerio, donde un hombre  quedó “un día de plomo, sumergido en una muerte anónima y violenta”... allí donde el llanto del pueblo seguirá “bajo el ciprés largo y brillante que regaron las lágrimas”, sin cerrarse la herida.

Penetra en el pasado arropándolo con anhelo amoroso. Es una  búsqueda  que no siempre encuentra el goce deseado por ser tantas veces la injusticia y la tragedia las que se instalan en nuestra memoria, “tratando con la luminaria romper el terciopelo de tiempo detenido, porque el olvido no es posible, aunque cada nuevo día trae su propio bálsamo en amor, en olores, con recuerdos más gratos que nos permiten SER, cuando los momentos mágicos restablecen la afición a la vida, tendida esa mano compañera que bordó el lienzo que perdura en la existencia, entre gozos y pesares,  de penas solitarias y encuentros amorosos. Hay un canto a la compañera, una compensación en cada recuerdo que cobra todo su sentido al despertar cuando la realidad prevalece y   sacamos del sueño la conciencia dormida.  Un recuerdo a ese mendigo que a veces pasa por nuestro lado, perdida su mirada en la tristeza, en el desamparo, lamiendo su pena en solitario, “ajeno a la Nochebuena, con el vino por amigo”. Y un adiós a la poeta y amiga Sagrario Torres que en el hospital “vagaba en los pasillos anónimos, su vida deshojada”.

Un bello libro que aparece ahora en una editorial de Quito. 

Apuntes junto al Mar de la Memoria