viernes. 19.04.2024
OPINIóN

La ciudadanía: el centro de las políticas europeas

Más de 500 millones de habitantes viven hoy en la Unión Europea, la segunda democracia más extensa el mundo. Ciudadanos y ciudadanas, todos ellos, que deben constituir el centro de las políticas comunitarias, y su bienestar y la mejora de sus condiciones de vida las preocupaciones de los distintos gobiernos europeos. 

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No obstante, aún no existe conciencia de ciudadanía común, de nacionalidad europea, mucho se ha hablado a lo largo del siglo pasado del sentimiento europeo, del sentimiento de pertenencia a una entidad supranacional que se sitúe por encima de nuestros sentimientos nacionales o regionales, la formación y consolidación de ese sentimiento puede fortalecerse si los ciudadanos y ciudadanas ven claramente, y en su día a día, los beneficios que les reporta el pertenecer a esta gran unión de países. 

Los Estados europeos son relativamente pequeños, si los comparamos con los de otros continentes, por lo que su peso específico a nivel internacional puede resultar modesto pese a su estabilidad económica y política, por lo que la Unión Europea actúa como una forma de sumar fuerzas a nivel mundial, esto puede parecer una salida práctica, pragmática, se busca equiparar al viejo continente con los grandes Estados actuales, crear un mercado amplio, pero la base es también cultural: los europeos compartimos unos mismos valores, problemas similares y en cierto modo un pasado común. Este año se cumple el primer centenario del comienzo de la I Guerra Mundial, conocida también como “Gran Guerra” o “Guerra Europea”, y que no fue si no eso: una lucha fraticida entre pueblos europeos, una guerra civil.

Son muchas y diversas las opiniones actuales, unas con resignación, otras con entusiasmo, todo depende de las ideas individuales de cada uno, que admiten el imparable proceso de globalización actual. Una globalización económica (se camina hacia un mercado mundial) y en parte también cultural (extensión de una misma forma de vida, quizá la vertiente más peligrosa de esta globalización) e incluso defensiva (que es positiva sólo si tiende a fomentar las relaciones pacíficas entre naciones) pero que a veces parece haber olvidado una vertiente también social, globalizar el bienestar de la población mundial, extender las políticas sociales y el Estado del bienestar de los países que ya gozan de ello a los que aún no. En este aspecto, la Unión Europea podría ser un modelo a seguir, podría marcar la pauta, puesto que desde su creación en 1950 ha conseguido logros inigualables, y un nivel de democracia y Estado del bienestar para su ciudadanía desconocidos hasta el momento.    

La ciudadanía: el centro de las políticas europeas