domingo. 28.04.2024

Nunca podría imaginar José Luis Rodríguez Zapatero que un día, no muy lejano, su sucesor en el cargo, Mariano Rajoy, entonces cabecilla de aquella campaña, iba a defender ante las Naciones Unidas dicha Alianza de Civilizaciones. A eso se llama versatilidad, inconsistencia, antojo, ligereza, mutabilidad, o inconstancia…cualquiera sabe.

Aunque a decir verdad, no es la primera vez que lo hace. Aproximadamente, hace un año ya defendió ante la Asamblea de Naciones Unidas la Alianza de Civilizaciones, sin mencionar que la idea no era suya. No tuvo, no ha tenido, la decencia de decir que era idea de su antecesor, y que él, entonces, se dedicó a ridiculizarla. Pero para eso están las hemerotecas. Oído el discurso de Rajoy, revela la “consistencia” de su posición política, de su pensamiento, de su estrategia, de su proyecto. Revela la facilidad con que dirigentes del PP pueden decir una cosa y la contraria sin pestañear, sin el más mínimo sentido del ridículo.

¿Se acuerdan cuando acusaba a Zapatero de no tener una determinación política, cuando le acusaba de obrar en virtud de la última ocurrencia? Llegó a decir entonces, cuando estaba en la oposición que la Alianza de Civilizaciones era una ocurrencia que se había sacado de la chistera. Ese mismo líder político es el que se presenta ahora en Naciones Unidas, con un discurso plagiado del que en su día era el discurso del presidente Zapatero. Algo así como si su antecesor se hubiera convertido por un momento en su asesor, como si el ideario de Zapatero, otrora despreciado, fuese su manual de cabecera.

Pero ahí no acaba la cosa. Tenemos un presidente, y lo felicitamos desde nuestra formación, lejos de contradecirlo, por presentarse ante el mundo como el líder de los derechos humanos y como el líder de la igualdad. Aunque hay un pequeño y doble problema. Por un lado que no es su discurso, sino el de su predecesor, que él mismo vilipendió; y por otro, que no se puede presumir de derechos humanos cuando se ha cargado las ayudas al desarrollo que Zapatero había establecido llegando casi al ansiado 0,7 %. Claro, aquello era despilfarro.

Nosotros desde esta columna, lo hemos dicho en reiteradas ocasiones. Se puede ser defensor del neoliberalismo. Tiene todo su derecho, aunque nosotros no lo compartamos; se puede ser conservador, se puede ser de derechas, lo que no se puede ser es presidente del gobierno sin un discurso propio sin un ideario que defender. Zapatero, mejor o peor, ante la situación internacional producida con la guerra de Irak, tomó una posición de entendimiento, frente a una posición de confrontación.

Había una coherencia. Zapatero, llevó a cabo una política exterior basada en el respeto entre iguales con todos los países, independientemente de la situación económica y social de los demás. Una política apoyada en el entendimiento y la igualdad que fue apoyada por una mayoría de países. Independientemente de lo conseguido en ese terreno, por unas circunstancias o por otras, había una coherencia. Lo de Rajoy, o los asesores que lo rodean, es impresentable.

Coherencia, por favor