Hay jóvenes en paro que viven muy disgustados, ante la dificultad de conseguir experiencia, otros – llevados por la visión de que solo viven bien los políticos – se aventuran incluso en nuevos partidos emergentes “zancadilleando a los que si la poseen”.
La parte proporcional que nos toca en Valdepeñas de esos 8,4 millones de españoles, ¿van a resignarse a la marginación? ¡Como si se prefiriera dejarlos morir sin hacer ruido, que es lo mismo como dejar quemarse una biblioteca “no permitiéndoles transmitir su sabiduría” ( Loles Diaz Aledo ) condenándoles a ser “envejecientes de residencia”.
Hemos construido una sociedad que parece más justa porque es importante respetar un % de igualdad de género, de jóvenes o de marginados, pero a los mayores ¿qué papel se les asigna?
Como en tantas otras cosas, preferimos estar en la cola mundial y aunque se vayan destacando experiencias como SECOT, pionera en asesorar jóvenes empresarios contando con voluntarios mayores, ya se admite la “senelescencia” como un período intermedio entre la mediana edad y la vejez, representado por ciudadanos maduros que ni son jóvenes, ni son viejos sin muchas alternativas que eviten su exclusión.
¿Cómo podemos hacer fructífera nuestra experiencia? En nuestro contorno tenemos pueblos con déficit de empleo e iniciativas productivas, pero no valoramos los recursos que podrían influir en mejorar la situación.
Tratemos de hacer un servicio con eficacia por encima de “partidocracias” existentes, fijándonos en modelos a seguir como ese SECOT que está aportando asesoramiento y formación a nuevas empresas.