lunes. 06.05.2024
OPINIóN

Don Quijote juega al escondite (3ª parte)

En el quinto capítulo comienza a recordarnos herejías como “no mas verdadera que los milagros de Mahoma” o como el vecino “labrador se iba dando al diablo”, lo que nos va poniendo en antecedentes de la selección y quema de libros por parte del cura y el barbero con la colaboración del ama y la sobrina. Frases como “encomendados sean a Satanás y a Barrabás” nos dan paso al Santo Oficio.

el quijote capitulo V (Copiar)

El cura anuncia un auto público, condenando al fuego los libros de los que posteriormente harán una selección por títulos y autores.

Se escenifica el autillo con las “mil preguntas” que hicieron a Don Quijote y con el gran jarro de agua fría que bebía cuando estaba alterado, dado que uno de los martirios era hinchar de agua el estómago de los condenados. El jarro se lo proporcionaba su amigo el sabio Esquife, que podría ser unos de los muchos nombres ocultos que nos da Cervantes a modo de juego y que me parece que tiene una ingenua y fácil identificación. Comenzando por la sílaba central hacia el final de la palabra, se vuelve a la primera sílaba que se lee al revés.

ESQUIFE -QUIjote FElipe SEgundo. 

De esta manera tan básica y simple, salen gran cantidad de nombres de los que aparecen en el libro, pero no es este el único método de cifrar mensajes que utiliza Cervantes, como veremos después.

El retablo sigue apareciendo al principio del capítulo, cuando el vecino labrador limpia el rostro de Don Quijote imitando a la Verónica del camino del Calvario.

El capítulo sexto es la terminación del acto crematorio con un amplio repaso a los títulos de moda en el siglo XVI. La familia quijotesca, en especial el ama, la sobrina y el cura, que antes identificamos, disfrutan con la quema de los diferentes títulos. Frases tan duras como “la muerte de aquellos inocentes”. Queda retratado el apoyo que la casa de Habsburgo dio a la Inquisición y en la época se llamaba la sanguinaria a María Tudor, que dijimos que es el ama.

Se habla de misericordia cuando los hechos del capítulo son todo lo contrario.

A partir del capítulo sexto se habla en numerosas ocasiones de “la fuerza del valeroso brazo” que se representa armado en el escudo del Santo Oficio. Entiendo que nos cuenta entre otras cosas, el final de la carta secreta de Carlos I y como cayó un rayo durante la construcción del Escorial, que provocó un incendio: “apeándose de una sierpe en que venía caballero, entró en el aposento y dejó la casa llena de humo”.

Lo relacionan con el enemigo que en aquellos momentos y según la mencionada carta era el Rey de Francia, Francisco I al que identifica por “sus artes y letras” y favorecedor del imperio Otomano, al que como bien predice en este capítulo se vencerá en la famosa Batalla de Lepanto.

Insulta al Rey mediante el nombre que asigna al encantador que venía en el rayo, y era Frestón o Fritón. Insiste en que acaba en tón. Pues bien, aquí anda oculto el nombre del rey del simple modo que veíamos anteriormente:

FRESTÓN -ES TON to Rey Francia.

Comenzando a leer desde el centro hacia el final, y después la primera sílaba al revés.

Pero ahora es cuando viene una de las grandes sorpresas del libro. Don quijote toma un escudero por recomendación del ventero y Felipe II se rodea de consejeros por recomendación de su padre. Aparece en escena Sancho Panza al que Don Quijote convence. Pero en las primeras líneas del Capítulo I, nos dice que tenía un “mozo de campo y plaza”, que además no vuelve a parecer en todo el libro o no de modo visible. Aquí tenemos otra de las pistas que nos da Cervantes al inicio del libro, donde en el primer capítulo nos describe muchas cosas.

Si el mozo es un sirviente, en este caso está al servicio del escritor, como podemos comprobar. De esta palabra mozo, se sirve Cervantes para deformar y componer sus nombres ocultos. En definitiva, es un sirviente o comodín que contiene los fonemas M-O-Z, utilizados a conveniencia.

De otro modo no tiene sentido que aparezca un nuevo sirviente como Sancho y no se mencione al inicial. Veremos con posterioridad casos en los que se usan los comodines.

Sancho Panza, coincide en la vida contemporánea de Felipe II, con su bufón “el Velasquillo”, que le acompañaba en todo momento. Su esposa se llamó Juana Gutiérrez. Sancho confiesa que “no estaba ducho a andar mucho a pie” y llevaría su asno. Se trataba de un hombre enano, por lo que necesitaba una montura pequeña, e incluso podría necesitar alguna muleta o apoyo por la probable deformación física. Históricamente se le describe como a un “hombre gordinflón, pequeñín y chato. Su mujer Juanota”. Su nombre era Miguel de Antona y contó con privilegio de Felipe II. Fue el Velasquillo un gran devoto de María Magdalena.

Al final del capítulo Sancho Panza hablando de ínsulas con Don Quijote, se despacha a gusto criticando veladamente a María I de Inglaterra. Cervantes introduce el párrafo en la conversación, dando a entender que se habla de la hija de Sancho, “Mari Gutiérrez”, que no puede llevar el apellido materno y que después se referirá a ella como Sanchica. Es el remate a María la Sanguinaria, ama de la casa de Don Quijote.

Don Quijote juega al escondite (3ª parte)