lunes. 06.05.2024
OPINIóN

Don Quijote juega al escondite (4ª parte)

Cervantes nos daba paso al rey de Francia en el capítulo anterior, anticipando lo que pasará en el capítulo VIII. Primero la famosa lucha contra los gigantes molinos, que no representan otra cosa que las continuas disputas contra Francia desde Flandes. La bandera española de la época comenzó a ser la de la Cruz de Borgoña (aspas rojas) traida por Felipe el Hermoso. Carlos I trajo los molinos y los encajes a la Mancha. Probablemente entre otras, la Batalla de Pavía donde se venció al rey francés. 

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En el capítulo XVIII veremos la famosa batalla de San Quintín y por ahora, estamos en los contínuos escarceos en Europa, mencionando por otra parte Carlos I en su ya famosa carta secreta, la intención de provocar al rey de Francia para entrar en guerra con él. El propio Don Quijote menciona la palabra guerra en varias ocasiones durante este capítulo, así como de Frestón, que se había dicho que es el rey de Francia. El aparente ingenuo comentario de Sancho “...no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?”, se refiere a las caperuzas o corozas de los condenados por el tribunal de la inquisición, y reconciliados, con la cruz de San Andrés pintada.

Deciden partir hacia Puerto Lápice, por seguir el camino real y verse con gentes y aventuras. La red de caminos reales y ventas fue realizada en el siglo XVI por Felipe II, así como el censo llamado “Relaciones Topográficas de Felipe II”, que retrata en su mayoría a poblaciones del reino de Toledo.

En el camino, seguimos con el pensamiento en paralelo a través de esos pequeños mensajes que parecen de relleno y de poco contenido. Don Quijote cuenta a Sancho la historia de Machuca, que al romperse su espada, con una rama de encina, machacó a los moros. Prosigue diciendo que de la próxima encina que encuentre “pienso desgajar otro tronco, tal y tan bueno como aquel que me imagino”. Pues bien, el traductor del Nuevo Testamento al castellano, desde el griego, fue Francisco de Encinas. Se lo dedicó a Carlos I, como indica en la portada del ejemplar. Encinas fue un humanista y protestante español, denunciado por Pedro de Soto (confesor del emperador) al Santo Oficio. Se desgaja otro tronco de la religión Católica que es la Protestante.

Desde este capítulo, los contenidos comienzan a describir personas, hechos, humanistas, Reforma, conocidos de Cervantes o de su sintonía..., como vamos a ver. Hay una crítica a voces hacia el poder y el clero del siglo XVI. Estamos en los últimos capítulos en los que conviven los dos representados de Don Quijote, Carlos y Felipe, que seguirán hasta el capítulo XIV.

La imagen de Pentecostés del retablo del Escorial, despierta a Sancho según se describe en este capítulo.

En Puerto Lápice, se cruzan en primer lugar con los monjes Benedictinos que estaban siendo expulsados de Europa. Primero el Luteranismo los sacó de Inglaterra y la Reforma los va echando hacia los estados católicos.

Don Quijote arremete contra los frailes (que viajan en mula) de San Benito, cuya sede mas importante estaba en el Monasterio de Cluny, Borgoña (aspa), para después ponerse a hablar con la señora del coche, que no responde y viniendo acompañada de quien viene, el vizcaíno, no puede ser otra que una imagen de la Virgen María.

El vizcaíno arremete contra Don Quijote y todas las descripciones que de ello se van haciendo, coinciden en paralelo con la vida y obra de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Posteriormente se le llamará Sancho de Azpeitia en el capítulo siguiente, localidad natal del que después será San Ignacio de Loyola. La disputa que se describe, coincide con su vida, incluso en el detalle en el que no se baja de la mula, porque realmente su paso a la vida religiosa fue durante un tiempo que estuvo herido en ambas piernas (no baja de la mula). Se cubre con una almohada, que representa a la clase social vasca de los acostados que participaron en las guerras de bandos, en lo que hoy es el País Vasco. Se describe a sí mismo, “ Vizcaíno por tierra, hidalgo por mar, hidalgo por el diablo...”, tal cual se describe su vida en los libros de Historia (libro de la Fama para Don Quijote).

El capítulo octavo cierra la primera parte del primer libro, dejando a medias la batalla con el vizcaíno, que se resolverá en el capítulo IX, anunciándonos al segundo autor de la obra que aparecerá inesperadamente.

En el capítulo anterior aparecía San Andrés, representado también como escultura en el retablo del Escorial, así como van apareciendo los padres de la Iglesia, evangelistas, etc.

En este capítulo noveno, Cervantes nos dice que en la lucha de los dos valientes se “abrirían como una Granada”, que fue el lugar al que desterraron a los derrotados en la guerra de Bandos.

Cervantes nos explica como debe documentarse para seguir escribiendo la historia de Don Quijote, e insiste en lo que yo creo verdadero, que hay dos escritores realmente, “porque cada uno de ellos tenía uno o dos sabios , como de molde, que no solamente escribían sus hechos, sino que pintaban sus mas mínimos pensamientos y niñerías, por mas escondidas que fuesen”. Nos lo dice claro y lo explicaré unas líneas mas abajo. Insiste en “no podía inclinarme a creer que tan gallarda historia hubiese quedado manca y estropeada ”. 

Entiendo que hasta aquí escribe Cide Hamete Benengeli, con retoques de Cervantes y a partir de aquí escribe el manco y estropeado.

Comienza en el Alcaná de Toledo hablándonos de la Escuela de Traductores y pone en boca de uno de ellos que sería un infiel como Cide Hamete: “Esta Dulcinea del Toboso tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha”. ¿Qué opinión se podía esperar en la época de un enemigo de los cristianos, sometido por la religión? La Virgen María estaba de moda por el concilio de Trento, el Purgatorio y varios cambios producidos en la Contrarreforma.

Describe la compra de los “cartapacios y papeles viejos que iban a ser vendidos a un sedero”, que puede ser un comerciante de telas, o un religioso que se vestía de seda o se sentaba en la sede del altar. Cabe la duda según el doble sentido que aplica Cervantes cuando le conviene. Dice mas tarde que se apartó por el claustro de la Iglesia mayor. Casualidad, entre los Duques de Béjar, hubo un comerciante de paños y un religioso en Toledo.

En cuanto a Cyde Hamete Benengeli, cuyo nombre aparece en repetidas ocasiones, y al que Sancho llama berenjena, se me ocurre la siguiente relación de ideas:

Este libro se dedica al Duque de Béjar, y la Casa de Béjar estuvo al servicio de Carlos I y Felipe II durante todo el siglo. En la casa de Béjar sirvió como bufón Don Francesillo de Zúñiga, que adoptó el apellido de su señor y que residió en Toledo, en la corte de Carlos I, burlándose de todos los cortesanos a través de sus epístolas. Esto es fruto de mi imaginación y puede ser que esté cometiendo un error, pero es el método: Ensayo-error.

Sancho lo apoda como “berenjena” que suena a bejarano, que es el origen del Francesillo que tuvo información de primera mano y pudo ser el padre de la criatura. Corro el riesgo.

Don Quijote juega al escondite (4ª parte)