lunes. 06.05.2024
OPINIóN

Don Quijote juega al escondite (6ª parte)

En el capítulo XIII, intentaré ser un poco mas explícito y dejaré indicado el argumento en lugar de entrar en tanto detalle, porque al final es un lío. Realmente, la despedida del capítulo anterior que hace Pedro es indicativa del conglomerado de personas que intervienen en él: “aún no se yo la mitad de los casos sucedidos a los amantes de Marcela”. Al amanecer se van para el famoso entierro, que se trata del multitudinario enterramiento que se hizo en el Monasterio del Escorial, de Carlos V y demás miembros de la casa real en ese y en posteriores momentos. 

Quijote entierro crisóstomo

 Además Cervantes rinde homenaje a los humanistas fallecidos antes que él como iremos viendo ahora y en posteriores capítulos.

“Al cruzar de una senda, vieron venir hacia ellos hasta seis pastores, vestidos con pellicos negros y coronadas las cabezas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa”. Nos describe Cervantes que seis religiosos, ataviados con Sambenitos negros y corozas, habían sido condenados a muerte. Siendo así, también iban al entierro, a su propio entierro. “Vestidos con pellicos negros y coronadas las cabezas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa. Traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano”, tenemos una descripción metafórica de la indumentaria de los condenados a muerte con el sambenito negro, la coroza o capirote rojo y el velón en las manos. Algo terrorífico.

Si en el capítulo anterior en lo que a Grisóstomo se refiere, estábamos en GRIS (Sacro Imperio Romano Germánico), ahora estamos en OS (Santo Oficio) y las descripciones y conversaciones entre Don Quijote y Vivaldo se refieren a esos asuntos.

Vivaldo no es otro que el humanista Luis Vives, en latín, Ioannes Ludovicus Vives, como nos indica al principio de su presentación Don Quijote, de manera velada como siempre: “de cuatro la hiciera a trueco de verle”. Quiere decir que había fallecido en 1.5 y Cervantes le hace homenaje, pues quitándole una letra a Vives, la s, estaría diciendo vive. Muy avanzada la conversación, que casi pasa inadvertido aparece la frase “he leído que se traban palabras entre dos andantes caballeros”. Siempre nos lo aclaran, pero de modo semi-oculto en el texto. Vives era de Valencia que también forma parte del nombre la primera sílaba. Las conversaciones entre ambos son descriptivas de los escritos y pensamientos de Juan Luis Vives, que era amigo de Tomás Moro y seguidor de Erasmo de Rotterdam. Era judío converso y el asunto de su familia con la Inquisición fue muy trágico. El otro caballero al que no se define, sería Tomás Moro, que aparecerá en el capítulo XIV.

Nos dice Vivaldo otro dato lateral o paralelo y es la mención de los “frailes cartujos”, que siguen la regla de San Benito , que coincide con el nombre vulgar de la indumentaria de los condenados, sambenito.

Mencionan el Tratado del socorro a los pobres y como bastardo a Don Juan de Austria.

“en esas pláticas iban, cuando vieron que, por la quiebra de dos altas montañas hacían, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra lana vestidos y coronados con guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran cual de tejo y cual de ciprés. Entre seis de ellos traían unas andas, cubiertas de mucha diversidad de flores y de ramos.”

Este es el famoso entierro del que se nos viene hablando tantas veces. Al Escorial se traen los cuerpos de seis miembros de la familia real, encabezados por el difunto Carlos I. El Escorial era monasterio, biblioteca, panteón y basílica. En 1.575 se trasladaron estos primeros seis cuerpos al panteón, aún provisional.

Cervantes nos despista diciendo que eran seis los que traían las andas , cuando en realidad eran los ocupantes de las mismas. Este juego nos lo hace con frecuencia, poniendo por ejemplo, frases en boca de la persona que está escuchando y no hablando. Otras veces nos dice “habló uno”, pero este uso indefinido me da qué pensar; podría ser un león que pasase por allí. Es un contínuo juego de despiste provocado. A veces usa el efecto de un espejo.

Además de los entierros reales, el Escorial está lleno de reliquias de santos y mártires, que se cuentan por miles, por lo que se trata de un cementerio.

En la descripción entrecomillada, describe otra vez una procesión de condenados a muerte por la inquisición, con sambenitos negros y corozas rojas.

Después de los seis que hemos enterrado, siguen apareciendo cifras: “cuatro de ellos con agudos picos que estaban cavando la sepultura” y después un cuerpo muerto cubierto de flores de unos treinta años, que era aproximadamente la edad de Don Juan de Austria a su muerte. Interviene Ambrosio, pero parece otra persona. Hace una descripción como si de la madre del difunto se tratara y por casualidad he encontrado el dato de que Bárbara Blomberg, madre de Don Juan, falleció en Ambrosero (Cantabria). Parece mucha casualidad o mucha la información de Cervantes, que debía tener acceso a archivos y bibliotecas o a información de primera mano.

Vivaldo habla de Augusto César, que no era otro que Carlos I, llamado el César , amante de Bárbara Blomberg y padre de Don Juan de Austria.

A la vez nos mezclan la existencia de libros y papeles en el féretro, cogiendo uno de ellos Vivaldo que leerá en el siguiente capítulo. Aquí tenemos el homenaje a la muerte de Tomás Moro a Manos de Enrique VIII en la Torre de Londres. Queda fielmente representado aquí, el hecho histórico de que el último manuscrito “La Agonía de Cristo”, fue salvado de la confiscación y entregado a Pedro de Soto, el confesor de CarlosIyse conserva en Valencia, localidad natal de Luis Vives.

Queda mucho trabajo por hacer, pero poco a poco, siguen apareciendo hechos y personas, y sigo pensando que estoy cometiendo algunos errores, pero a cada paso, sigo mas convencido de que sigo la trama verdaderamente escondida.

El capítulo XIV es el que cierra esta enrevesada serie de enterramientos y pone fin a la segunda parte del primer libro. Comienza con la Canción de Grisóstomo que es un homenaje a las personas que éste representa, y probable homenaje también al último escrito de Moro.

Una aparición de la Virgen que habla por boca de Teresa de Jesús, pero antes Ambrosio ha exculpado a Marcela. María Celestial o la Ascensión de la Virgen cierra el retablo del Escorial y el entierro. Al final desaparece por un monte que será el Gólgota que está situado justo en el cuerpo superior del retablo.

En el sermón de Santa Teresa, me cabe la duda de si Cervantes nos cuela otra declaración de las descripciones que ha hecho en estos capítulos, “las claras aguas destos arroyos son espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos ...”, dándonos a entender lo que quise decir anteriormente sobre que el receptor del mensaje, es realmente el emisor. En cuanto a las corozas de alto ciprés (conos de penitente) y las adelfas..., no sé, habrá que pensarlo mas despacio.

Don Quijote sigue a Marcela en lo que es su propio entierro, el de Carlos I, por eso no puede ir a Sevilla al ser invitado. En el capítulo XV comienzan asuntos que nada tienen que ver con lo que hemos visto hasta ahora, pues Don Quijote está en el Purgatorio o algo muy parecido a él.

Don Quijote juega al escondite (6ª parte)