viernes. 26.04.2024
OPINIóN

El juicio del arqueólogo

Si yo no quedé primero en aquel concurso-oposición organizado por el Ayuntamiento de Valdepeñas no fue porque yo no estudiara suficientemente, sino porque nos hicieron trampas para enchufar a uno. Esto no es ya una opinión personal, sino algo juzgado y sentenciado por el Tribunal Superior de Justicia.

Algo que sucedió efectivamente, de forma comprobada por Magistrados ajenos al caso. Nos minusvaloraron a unos e hipervaloraron el candidato preseleccionado.

Lo que en este momento se está investigando -no porque sí, sino por haber presentado yo una querella- es quién actuó delictivamente.

Resulta sorprendente que los responsables sigan encubiertos, manejando fondos públicos y poder como si nada hubiera pasado, y que después de haber sido sentenciado que se produjeron trampas siga trabajando la misma persona en el Ayuntamiento, desde hace ya una década, sin haber superado ningún proceso selectivo, simplemente contratado de forma fija por un Decreto de Alcaldía; especialmente cuando se han producido tantos despidos improcedentes de trabajadores municipales legalmente contratados; despidos que han costado muchísimo dinero a los valdepeñeros en indemnizaciones y gastos jurídicos, y que se han ejecutado sin rubor.

Ese trato diferente a las personas, los numerosos despidos frente al empecinamiento en sostener al favorecido es una evidencia más de que la ilegalidad se cometió.

Si los responsables fueron unos, otros, o todos es algo que los jueces están investigando ahora y que nada tiene que ver con manipulaciones, maledicencias ni fracasos como sostiene el Alcalde, sino con un esfuerzo para que se haga Justicia.

Lo que no cabe decir es que nadie fue.

El hecho de que no quiera el Alcalde de Valdepeñas investigarlo ni abrir expediente a los responsables, como no duda en hacer con otros casos, resulta muy revelador.

Que el Alcalde lo derive al terreno personal y amenace públicamente con dolores de cabeza y segundas partes a quien ha pedido que se investigue su actuación –y, de paso, a quien se le pudiera ocurrir seguir su camino de denuncia- dice mucho de su conducta y talante.
Parece que quiere coaccionar y esconder algo, en vez de aclarar la corrupción sucedida.

De esa forma pierde credibilidad, como cuando ha dicho que la Fiscalía ha pedido el sobreseimiento de su caso. Es falso.

Ya está bien de que mienta cada vez que abre la boca, al menos cuando habla de este caso.

Debería ser más prudente; parece ignorar que cuando un político deja de ser creíble para su pueblo tiene su carrera política acabada.

El juicio del arqueólogo