miércoles. 24.04.2024
OPINIóN

Los eurófobos sí fueron a votar

Las estadísticas nos están enseñando que los que se quedaron en casa, los que prefirieron la pasividad de la abstención de un luminoso domingo campero, fueron las personas de pensamiento y actitud proclives al centro-derecha o al centro-izquierda, la moderación misma que fundamentó las bases de una Europa unida (De Gasperi, Schumann, Adenauer…). 

eurofobos

Y lo que, por el contrario, está fuera de toda duda es que todos los antieuropeístas, los nacionalistas excluyentes, la izquierda incendiaria, la ultraderecha y los antisistema sí fueron a votar en las últimas elecciones europeas. Ningún antieuropeísta se queda en casa en las elecciones europeas. Es lógico. Pero entonces, ¿cómo explicar que gran parte de las bases mismas del ideario europeísta se quedasen en casa, entre las comidas de las comuniones, o marcharan a disfrutar de un magnífico día de campo, en una proporción verdaderamente peligrosa? Varios factores lo pueden explicar.

Millones de ciudadanos en Europa han sufrido en sus propias carnes no sólo los dolorosos arañazos de la crisis, sino las duras e imprescindibles medidas, desgraciadamente muchas veces llevadas a cabo sin los mínimos paños calientes que hubiesen sido necesarios, para superarla, mientras veían un colectivo de políticos demasiado grande que vivían más de la política que para la política. Nuestra propia líder, María Dolores de Cospedal, ha venido repitiendo muchas veces en nuestra región que la política no debe ser en sí una actividad profesional, sino la actividad propia de cualquier ciudadano de cualquier oficio por el mero hecho de ser ciudadano por naturaleza. ¿Y cómo no van a crear desencanto a los que sufren los zarpazos de la crisis aquellos políticos que viven de la política y no para la política?

También ha ayudado a la abstención la falta de  carisma que sufren los actuales  líderes que representan la Unión Europea. Desgraciadamente hay que reconocer que los líderes carismáticos han venido por la parte de los ultranacionalistas y los antisistema. Europa necesita de nuevo líderes, como aquellos viejos políticos citados, que galvanicen todas las ilusiones europeístas que laten en el continente más civilizado, libre y humano que ha conocido el mundo. La idea de una Europa unida conviene a la razón, la del nacionalismo excluyente y codicioso al instinto atávico.

Quienes explican la abstención en la falta de democracia interna de los partidos – siempre conveniente – se equivocan de móvil en este “crimen”, olvidan que la Democracia política no es la suma de las democracias internas intrapartidarias, sino algo mucho más comprometido y definitivo para la libertad, el que los ciudadanos elijan  gobiernos representativos. A veces amplias bases presentan como candidato a un Zapatero, y otras veces los aparatos de los partidos ( aquellos que trabajan diariamente en los partidos y tienen la mayor información sobre las cosas ) proponen a un Felipe González, por poner ejemplos de adversarios, que no de enemigos.

Los eurófobos sí fueron a votar