sábado. 18.05.2024
OPINIóN

La mordaza

Hay políticos que cuando cometen un delito o hacen las cosas mal intentan taparlo por todos los medios e impedir, a través de amenazas, que los periodistas publiquemos sus fechorías. Intentan que no salga a la luz pública su delito o error e incluso cuando ya ha salido amenazan al medio de comunicación o al periodista utilizando todo tipo de artimañas morales que en muchos casos se vuelven en su contra.

Intentan que no salga a la luz pública su delito o error e incluso cuando ya ha salido amenazan al medio de comunicación o al periodista utilizando todo tipo de artimañas morales que en muchos casos se vuelven en su contra. Intentan amordazar para que la sociedad no sepa de sus andanzas.

Por suerte vivimos en un país democrático en donde la libertad de expresión u opinión está protegida por la ley, tal y como se puede leer en el artículo 20 de la Constitución Española, que dice: “Se reconocen y protegen los derechos a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”. Además, este artículo también incluye que “el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”.

Los políticos o los poderosos, e incluso los que se creen que lo son, deben saber que los periodistas nunca hemos dejado de ser, de alguna manera, un poder social que informa sobre lo que acontece y que saca a la calle tanto las sombras como las luces de los que gobiernan.

A pesar de ello, hay políticos que no se enteran y que con su actitud pueden llegar a conseguir que los propios Medios e incluso los periodistas les ignoren cuando se les requiera para dar aquella información que, al propio político o poderoso, le interesa difundir.

Intentar amordazar o amenazar a un Medio o a un periodista cuando está en posesión de la verdad y de pruebas, es algo que demuestra la ignorancia del que a toda costa quiere acallar.

“No la hagas y no la temas”, decía mi abuela, y que verdad más grande es.

Los que a lo largo de esta maravillosa profesión, y créanme, que yo tengo a mis espaldas más de 20 años, hemos sufrido ese tipo de acosos sabemos de lo que hablamos. El periodista debe informar, siempre desde el contraste y la veracidad, a la sociedad, porque esta tiene derecho a saber. Sin Periodistas, no hay periodismo, sin periodismo, no hay democracia. Porque una sociedad ignorante acaba con los cimientos de un estado del bienestar, haciendo irrumpir en el mismo la decadencia y la incultura, llevándonos a la falta de progreso.

Recuerdo cuando estudiaba la carrera que uno de mis profesores nos dijo una frase que me impactó y que nunca he olvidado y que aplico a mi trabajo diario: “Vosotros debéis ser personas cultas, conocedoras de casi todas las áreas que conforman nuestra sociedad: economía, política, derecho, sociología, comunicación. Y a partir de ahí cuando informéis, contrastar y difundir la verdad, porque solo la verdad os hará libres y ayudareis a que la sociedad también lo sea”.

Decía John Stuart Mills, al que muchos periodistas hemos leído y estudiado, sobre la Libertad de Expresión, que el discurso libre debe ser una condición necesaria para el progreso social e intelectual.

A los periodistas también nos duelen los delitos cometidos por nuestros gobernantes o por los poderosos que mueven los hilos de una sociedad, porque también somos parte de ella. Nuestra conciencia de libre pensadores, aunque muchos piensen lo contrario, e investigadores de la verdad, nos da esa libertad de poder contar y decir lo que los ciudadanos deben saber, para acabar con las mentiras, los delitos y los engaños a los que estos personajes nos tienen sometidos.

 “El que la haga que la pague”, así debe ser y no me valen colores a defender en este sentido.

Los periodistas somos competitivos entre nosotros, en cuanto a primicias informativas se refiere, todos queremos ser los primeros en dar la noticia que va a ser una “bomba informativa”, pero que no se engañen los poderosos, porque cuando hay que apoyar a los compañeros amenazados, siempre estaremos ahí.

La mordaza