viernes. 19.04.2024
OPINIóN

¿Megalómanos en política?

A veces pensamos que es riesgo frecuente de algunos políticos el permanecer en sus cargos públicos casi eternizándose. No pensamos, por el estremecimiento que causa  el estudio de esos personajes, en el efecto que causan sus actos en las comunidades  donde se sienten insustituibles y miramos para otro lado ignorando que son enfermos con una psicopatología donde sus delirios de grandeza se expresan en fastuosas obras de dudoso gusto, refinadas, como expresión de su poder, pero con “riqueza usando sus afanes recaudatorios” y omnipotencia sin límite.

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Dice la psiquiatría que suele ser un síntoma de desordenes psicológicos como el complejo de superioridad, donde su compulsión eufórica le lleva a sentirse superiores aunque su preparación académica deje mucho que desear, infancias desgraciadas, algún mal trato...

Les cuesta ver la realidad, viendo situaciones inexistentes pero que ellos se las creen. Son manipuladores y tienen un trato vejatorio con sus subordinados.

En la historia ha habido reyes, dictadores, y cargos públicos impregnados por sus ideas de grandeza, sin importarles la mentira, la manipulación y la exageración de todas las situaciones que les permita conseguir sus objetivos.

En una sociedad en crisis, donde la precariedad en el empleo forma parte de la generalidad de la población,  sus voluntades agresivas les suelen acompañar cuando se encuentran con disconformes que se separan del “grupo de aduladores”, con lo que consiguen aumentar la cifra de antiguos adeptos.

Los megalómanos son personas de difícil trato pues “piensan que el mundo no los merece” y sus seguidores terminan dándoles la espalda... ¿se acuerdan de Hitler ?

Suelen tener un gran carisma pero sus frecuentes cambios de ánimo les juega una mala pasada en sus cuatro últimos años de “enfermedad”.

Contradecirles es peligroso pues llegan a la grosería y su enojo se expresa con agresividad desmedida para poder ejercer su dominio.

Muy pocas personas afectadas por este problema suelen reconocerlo, pero la moral política democrática suele recomendar la renovación de cuadros en evitación de acciones delictivas como recientemente estamos viendo en “personajes” como Jordi Pujol y otros “personajillos” de la crónica judicial reciente...

Las organizaciones políticas que tengan bajo sus espaldas la imprudente gestión de un megalómano, debieran reflexionar sobre el daño que a la larga les causa tales gestores.

¿Megalómanos en política?